lunes, 13 de diciembre de 2010

Filosofando, inconstitucionaleando, aquí me ando


Todo el mundo habla de basura. Orgánica, inorgánica, sindical, política.


Me precio de no dejarme arrear así nomás, así que -como llovió el fin de semana, salió el sol hoy y alguna mugre comienza a ser retirada (de retirarse la otra no se conversa)- me voy a dedicar a temas menos mediáticos (y seguramente menos importantes) previo homenaje.


¿Quién no ha dicho o escuchado decir "no servís ni pa milico", "pa qué están?" "No sirven pa nada. Pasan al pedo, chupando mate y escupiendo verde, saludando lo que se mueve y pintando lo que está quieto; y nunca van a ganar ninguna guerra"? Eso por no entrar en las duras y merecidas (por la oficialidad) consideraciones casi unánimes generadas tras su actuación interrogadora y gubernamental cuando decidieron asumirla fuera de la Ley.


Empero, cuando se desmadran los ríos, el fuego, la aftosa, los iluminados vanguardistas del proletariado o cualquier otra plaga se abate sobre la Orientalidad, ahí si, los llamamos a los gritos.


¿Dónde están hoy estos inútiles sempiternos? Laburando, como siempre, en malas condiciones (ídem); la mayoría de ellos por el salario mínimo menos descuentos por arresto más yerba y alimentación.


En tres a cinco días (la Intendente no sabe sumar pero yo sí), bajo lluvia y en fin de semana dos de ellos (¿horas extras o insalubres dijo? Juaaaa) metidos (carabina a la espalda y pala en mano) en la podredumbre que no supimos, pudimos o quisimos guardar en los últimos quince, los milicos nos van a sacar nuevamente del problema; recibiendo en la ocasión la descomunal suma de 200 pesos por día y botón. Digo descomunal porque no tiene parangón con los 660 que tiene asegurado por todo concepto un maharajá comunalista montevideano con grado obrero poco especializado.


No en vano ha pasado el tiempo: algo estoy aprendiendo. Sinceramente: CHAPEAU. Y gracias, una vez más. Por orden de postergación, sacrificio y falta de reconocimiento en los hechos, otro día le toca a las Enfermeras, después a las Maestras, etc. etc. pero me estoy yendo de tema.

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Hace algunos días, el Presidente Mujica decidió aplicar en forma hemiplégica la recomendación del Comité de Libertad Sindical de la OIT que señala que la ocupación no puede ser considerada una extensión del derecho de huelga. Y, como no podía ser de otra manera, recogió apoyos y críticas. Tibios los unos, unánimes las otras. Qué extraño, ¿no?


Los pocos apoyos fueron de las Cámaras empresariales y de los partidos fundacionales: “algo es algo y por algo se empieza”. Las críticas llovieron del lado de los sindicatos, que no pueden creer la traición a los principios abusivos que vienen aplicando hace añares y tiemblan con la sola posibilidad de que esto signifique el primer paso camino de la impostergable reglamentación de la actividad sindical (1).


El Frente, mutis. Los voceros de la Oposición señalaron de paso que -con este positivo gesto- se vulnera la igualdad ante la Ley (un empresario o jerarca público puede –con lo de todos- lo que no uno privado con lo suyo), reiteraron la ignorada mitad del fallo de la OIT y algo simple pero no menor: que dos derechos constitucionales (trabajo y propiedad) son más que uno (huelga); por más estirado en los hechos que sea este último. Como en democracia la mayoría no otorga razón pero manda, más palabras sobran.


Ando con ganas de escribir un artículo que se llame "Crónica finisecular de los partidos fundacionales: del Gobierno a la Oposición, y de esta a la Popósición”. Es medio chancho ¿no? Pero bastante ajustado a la percepción de quienes creemos que en el juego inteligente entre el Gobierno y quienes se le oponen estriba la esperanza de que las cosas funcionen bien y mejor. Lejos, muy lejos. Algún día será.


El asunto no es nuevo: los partidos Colorado y Nacional siguen sin aprender nada del accionar del Frente entre 1971 (18% del electorado) y 2005 (50, algo %) ni tampoco de su propio proceso interno ni del de su relación mutua, tales que los llevaron a su menor votación y peor imagen pública desde su fundación.


No conformes con haber atornillado al sillón a los tres peores Ministros de la Administración Vázquez (José Díaz, Marina Arismendi y Daisy Tourné, que sólo se fueron por su propia decisión o desmadre etílic-oral) y facilitado el triunfo del peor candidata de la historia política montevideAna, persisten en guerritas estúpidas internas y externas, en lugar de coordinar estrategias y reunirse política e institucionalmente.


Si siguen así, en 2014 los pueden salvar la debacle interna frentista y el bendito ballotage, pero no sus méritos. En 2015 ni siquiera eso. Y seguiremos los montevideanos pagando por ello.


Pero eso es harina de otro costal: ya llegará el turno de analizar ese tema.


Sin embargo, la semana pasada al apresurarse (una vez más) a apoyar lo obvio y presionar por lo que falta, hicieron algo de agradecer: obligar al Presidente a aclarar por qué hizo lo que hizo, explicarnos bien clarito que tiene diferencias filosóficas con el concepto de propiedad y que, la del Estado, palabra más o menos, es sagrada pero la otra no.


Es estupendo que el Señor Presidente tenga claro que la ocupación sindical afecta la libre disposición de un bien, lo cual es potestad inherente únicamente al derecho de sus propietarios, sean estos personas, empresas o instituciones. Y digo que es estupendo no sólo porque es verdad, sino porque es la primera vez que un connotado dirigente frenteamplista reconoce y acepta públicamente tal cosa.


No tan estupendo es que Don Mujica y compañía hayan decidido privilegiar su respetabilísima concepción filosófica acerca de la propiedad, poniéndola por encima del mandato constitucional.


Puede que compartamos muchas concepciones, Presidente. De puro mal arreado, me gusta su impulso retórico al esfuerzo cooperativo y autogestionario como paso intermedio de liberación del yugo patronal y la consiguiente explotación. De puro libre, iluso (y vago, seguramente) me gusta su admirado respeto por los Khoisan (Bosquimanos) que -al igual que los charrúas- no manejan los conceptos de propiedad privada ni violencia entre pares (y consideran tal a cualquier humano, negro o rosado, nativo o allegado), son amos de sí mismos (no tienen, reconocen ni necesitan jefes) y dedican sólo dos horas del día a obtener el sustento (guarda no nos escuchen COFE y ADEOM o hay huelga en puerta).


El problema es que ni Usted ni yo, Señor, tenemos derecho a imponer nuestro credo a nadie, ni viceversa. Para que dicha imposición no suceda, las democracias burguesas como la uruguaya se dan a sí mismas un contrato, suscrito de derecho por todos los ciudadanos de la Nación y plasmado en un librito llamado Constitución de la República.


Fruto de sucesivas generaciones de sabios, sabihondos y suicidas plebiscitos, la constitución vigente reúne las reglas básicas para la convivencia entre compatriotas de distintas concepciones filosóficas, religiosas, económicas, políticas, etc. y -desde vaya a saber uno cuándo- su Artículo 7 señala: "Los habitantes de la República tienen derecho a ser protegidos en el goce de su vida, honor, libertad, seguridad, trabajo y propiedad. Nadie puede ser privado de estos derechos sino conforme a las leyes que se establecen por razones de interés general". Claro ¿no?


Gordo y amorfo como está de tanto manoseo y manipulación (el libro digo, no sea cosa que se me ofenda), no lo vamos a discriminar por eso ¿verdad?


SAVAP


~(: )

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(1) El adjetivo "impostergable", nada ligero ni soltado a la ligera, nace de la irresponsabilidad evidenciada por el accionar corporativo pos dictadura y de la manifiesta negación a incoporar a la misma principios y garantías elementales de la democracia tales como quorums mínimos que aseguren la representatividad de las Asambleas en las que se tomen decisiones graves, el voto secreto, la indivisibilidad de la tarea y del sindicato, etc.


Cincuenta artículos después del 7 viene el "Artículo 57.- La ley promoverá la organización de sindicatos gremiales,acordándoles franquicias y dictando normas para reconocerles personería jurídica. Promoverá, asimismo, la creación de tribunales de conciliación y arbitraje. Declárase que la huelga es un derecho gremial. Sobre esta base se reglamentará su ejercicio y efectividad".


O sea que no hacerlo, es ir contra el mandato constitucional. ¿Para cuándo la Ley de reglamentación sindical, señores parlamentarios? Por las dudas, me siento a esperar.


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