domingo, 20 de mayo de 2012

Hoy es veinte de mayo

Hoy, cuando me desperté, la radio me recordó qué fecha es. Lamentablemente, también me recordó una ignominia; pero yo me acuerdo de algo hermoso.


Extraña paradoja que une, en el mismo día, algo abyecto y lleno de cobardía y deshonor, con una

gesta hazañosa donde valentía y capacidad para vencer la adversidad se suman para dar como resultado una página maravillosa del deporte mundial.


¿Qué incomprensible capricho divino reunió el atroz asesinato de cuatro civiles desarmados a manos de quienes fueron formados para defender la Soberanía del país (que no es otra cosa que el poder supremo del Pueblo), la Constitución (que es el marco que juraron respetar), con la lección de entereza, rebeldía y honor que encarna el triunfo en 1966 de Peñarol sobre River Plate argentino en Santiago de Chile?


Prisionero de la conjunción que apunto y de un pudor por no herir la sensibilidad propia y ajena, no me animo a celebrar con tantas ganas como quisiera aquella victoria. Sí me permito la conmemoración, porque la verdad existe, y no hay que esconderla, ni mucho menos negarla. Y así como hoy se sabe que Mazurkiewicz, Lezcano y Díaz, Forlán, Gonçalvez y Caetano, Abaddie, Rocha, Spencer, Cortés y Joya fueron capaces de aquella gloria, un día sabrá quiénes fueron capaces de ordenar y llevar a cabo la ejecución de cuatro uruguayos.


No se extrañen de que, detallando a los futbolistas, no nombre a las víctimas: lo hago con la única finalidad de no ponerlos en ningún orden, porque en la lista del Cielo no hay primeros ni últimos, senadores ni guerrilleros, mujeres ni hombres. Hay almas buenas, que vivieron y murieron con honor.


Hace cuarenta años, Amadeo Carrizo le puso el pecho a la pelota. Pese a todo lo visto y vivido, aún espero por el autoproclamado honor de quienes ordenaron y llevaron a cabo los cuatro asesinatos, para que hagan lo propio. Tienen la ventaja de que será impune pues, aunque no nos guste y con una elevación de miras tal vez inmerecida, hemos decidido no penarlos.


Vuelvan hoy a nuestro corazón la alegría y el coraje de Peñarol en Santiago de Chile, la tolerancia, el respeto de todos por vida e ideas ajenas, y la sonrisa de los cuatro mártires, hace tanto tiempo extraviadas en el turbulento mar del fanatismo -salado no en tanto mar - sino a fuerza de lágrimas.


Pidamos y actuemos por ello.


Y por ellos.


SAVAP


Eldo Lappe


--------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------------


Post Scriptum: El tiempo me ha permitido conocer datos que se me escapaban cuando escribí lo que vienes de leer; cuando tomé tardío conocimiento de la grandeza de Marcos Gutiérrez Rodríguez, hijo del Toba, reconociendo la vinculación de su viejo con la plata que los tupas obtuvieron de robos, extorsiones y secuestros; tan diferente al perseverante reptar oportunista de sus homólogos. Ello me permitió confirmar la versión que recibí de filas de un militar de esos que engrandecen el concepto que se puede tener de ese casi desconocido sector de la Sociedad; y con ambas pude separar la paja del trigo.


Siguen vigentes todos y cada uno de los señalamientos y reclamos que hago a los militares del pasado; los mismos que le hago a los tupas, a los bolches que organizaron un aparato armado a su servicio, y a todos los que me robaron veinte años de país; ninguno de los cuales ha hecho un mea culpa ni renunciado a su reiteración. Sólo cambia el hecho de que, estas muertes horribles, no tuvieron que ver con el accionar de la dictadura uruguaya sino con la bestialidad de un grupo de ávidos secuestradores y asesinos argentinos, probablemente informados por algún par uruguayo.


Me queda por saber ahora cuál es el vínculo de la muerte violenta de dos de los llamados "desertores" del MLN, que huyeron a Argentina y se sabían sentenciados a muerte por la propia organización a la que quisieron renunciar. Quiera la Vida negármelo: algo me dice que no quiero saber cuántos capítulos más tiene el capítulo asqueroso de la Historia reciente que Leonardo Haberkorn viene de desnudar con sus dos libros, en toda su repugnancia.

No hay comentarios.: