viernes, 16 de marzo de 2012

De genuflexos, tercos y vanos emcumbrados



La República, órgano de Prensa del Ejecutivo frenteamplista (consagrado oficialmente como tal a partir de la concesión graciosa de una subvención directa e indirecta que hace que un emprendimiento comercial inviable sobreviva) titula en su versión digital de hoy: (*)


"Breccia ultima detalles con opositores para el Acto del Perdón".

¿Quién mejor que ellos conocen los sentimientos y pensamientos de los Breccia?

El Hombre Fuerte de este Ejecutivo, el único que no titubea ni anda con Gre Gre para decir Gregorio (podrá contradecirse flagrantemente, pero siempre con un aire de convicción encomiable) ni siquiera menciona la fatídica palabra en la nota; pero la opinión pública lee titulares, no entrelíneas. Y allí está la palabra mágica, gritando: PERDÓN.

Ni ahí, hermano. Ni nunca. No en mi nombre ni en representación del Pueblo, la mayoría del cual no comparte sus miradas retrógradas e imperativas (y la mitad no los vota).

Ya se ha hablado mucho acerca de del absurdo de instituciones pidiendo perdón (anda hasta un video del General Seregni señalándolo a texto expreso. ¿Sería un infiltrado el Viejo? ).

No tanto se ha señalado el mamarracho jurídico de un país allanándose sin luchar ante una acusación y ético (al hacerlo desconociendo el mandato inequívoco del electorado).

Menos aún de la guarangada moral de que un Organismo Internacional ordene asunciones institucionales de responsabilidad por un caso a un país ínfimo, cuando jamás hizo lo propio con otros gobiernos, bien más poderosos y combativos, que han arrasado multitudes sin jamás hacerse cargo ni pedir perdón, ni ser reconvenidos por ello.

Esto es, además de absurdo, anacrónico e intencionalmente ciego. Sin que nada ni nadie lo obligara, como no fuera el imperativo de ser buena gente, desde 1985 en adelante el Estado uruguayo se hizo cargo de reparar, en la medida de sus posibilidades, el daño ocasionado por los militares; además de garantizar las condiciones para una salida pacífica a la dictadura y un progresivo re-encauzamiento institucional y democrático.

No hay en la sentencia y su aquiescente e histriónico acatamiento, más que el liso y llano desconocimiento (en el mejor de los casos) de esa realidad; alimentado por la genuflexa actitud de la delegación uruguaya ante la Corte. Si, como muchos pensamos, no es ignorancia supina, es el simple capricho avasallante de un puñado de intervencionistas trasnochados, totalitarios encumbrados en una institución que perdió todo prestigio hace décadas, generosos con plata ajena que han decidido que hay muertos de primera y segunda;, y que ellos pueden más que los pueblos a los que su prédica ideológica nunca ha conseguido convencer totalmente, pero cuyas masas ignorantes les han encumbrado a dirigir un mecanismo (la democracia republicana) que mal entienden pero bien desprecian.

El pobre Palacio Legislativo ya fue escenario de muchas payasadas. Aún no le han hecho un desagravio por condecorar allí a un macró de hombres perseguido como defraudador fiscal, el amigo de los Presidentes progre, Don Francisco Casal), pero no es aplicable aquello de "qué le hace una mancha más al tigre".

Cada mancha, y esta es una, es un paso atrás en el camino hacia un sistema político digno del país que supimos ser.



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(*) http://www.lr21.com.uy/politica/1027697-breccia-ultima-detalles-con-opositores-para-el-acto-del-perdon#utm_source=emailmarketing&utm_medium=email&utm_campaign=newsletter

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