viernes, 10 de febrero de 2012

Cambio en el equipo de Uruguay: sale Ministerio Inoperante entra Justicio Nubepédico

Hay días que preferiría no saber leer, ser sordo, no sé... no enterarme de las cosas que suceden a mi alrededor. Pero no hay caso: me enteré.


Un ciudadano encuentra dos ladrones en su casa, mata a uno y va preso. ¿Por qué? Porque no hay proporción entre el daño infligido y la réplica. Desde el punto de vista del texto legal, inobjetable, desde el punto de vista del espíritu de la norma no lo tengo tan claro; pero desde el punto de vista del ciudadano de a pie es incomprensible. E inaceptable. Hoy, es así.


Da la impresión que los señores Jueces manejan los casos como si se produjeran en el vacío y, para ponderar la proporcionalidad de la réplica, sólo consideran la afrenta emergente, no el sustrato emocional en el que nos han sumergido décadas de inoperancia policial en los aspectos de prevención, represión y reclusión; que han devenido en una presión "piso" significativamente alta.


¿A qué me refiero? Creo que es claro: aún en un país sin los niveles de violencia y desamparo en que nos movemos, uno no se levanta de la cama en medio de la noche en pleno uso de sus facultades. Caza el fierro porque sabe que los chorros se han puesto muy violentos, se topa con dos y los faja. Es humano. No es lindo, plausible ni ejemplo para épocas de desarrollo filosófico o deseño de utopías de convivencia social. sí lo es para los delincuentes, que -en la medida de que sea más riesgoso- pueden pensarlo mejor y hacer descender el despelote de robos "porque igual no pasa nada, es una papa".


Un ciudadano uruguayo, hoy, carga con la mochila de saber que todos los días se cometen decenas de delitos contra la propiedad y las personas. Y se asusta. Sabe que los chorros salen las más de las veces más rápido de la Comisaría o el Juzgado que sus denunciantes. Y se calienta. Sabe que es inútil denunciar que lo están relojeando, que los de al lado no pueden vivir como viven si ninguno labura, que Fulanito tiene setenta entradas y ninguna flor (de patada en el culo siquiera, ya que noi de condena), que las familias son cómplices y beneficiarios, que no se puede ir a trabajar, a pasear, a la playa, al Estadio ni a cagar tranquilo porque en el momento menos pensado se la dan, que a la vecina le rompieron la cadera, que a la sobrina le pusieron un puñal en el cogote, que al pibe de al lado lo cutieron a palos para sacarle los championes, que todos sabemos quién fue pero no pasa nada. Y tiene ganas de agarrar todo a patadas, aunque sea más bueno que Lassie.


Todo suma. Todo eso es parte de la injuria ocasionada en cada delito, hay que sumarlo como agravante del delito y como atenuante del verdadero agraviado; insñolitamente devenido en victimario por arte de la insensibilidad y desubicación humana y social de algunos que deben extrañar los tiempos de togas, pelucas y cadalsos. Se sienten nobles haciendo entrar en vereda a los plebeyos que osan violentar, así sea con razón, las ilusorias fronteras de su sacrosanto mundo de papel, tinta e ideas del deber ser.


Los de apie exigimos "Defensa propia presunta". Ya. Para los Policías, para los asaltados, para la gente de bien. Los chorros tienen derechos, pero no seamos giles: se pasan nuestro sistema blandengue por donde no les da el sol, lo usan en nuestra contra, pagan buenos (?) abogados con plata sucia de sangre y se mueren de risa disfrutando de su impunidad, del amparo de la así llamada Justicia.


Señores Legisladores, señores Jueces: ¿les van a seguir haciendo el juego? ¿Van a ser cómplices de los delincuentes? ¿Van a seguir dejando quieto un estadod e cosas que permite encerrar a un buen ciudadano por no poder frenar (a las tres de la mañana y dentro de su casa o a las tres de la tarde en su comercio) la indignación que subyace en todos los orientales honestos viendo cómo vivimos entre rejas viendo cómo pagar las cuentas o lreponer lo que nos afanaron mientras los que allí deberían estar se divierten con nosotros y disfrutan de nuestros bien ganados bienes?


Por favor, bájense dela nube de pedos en que parecen vivir y miren la realidad como es. La Sociedad no les paga para educar a los buenos con medidas ejemplarizantes en tiempos de guerra, sino para defenderla de sus peores hijos; que rara vez son los que se defienden de la agresión delincuente.


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