jueves, 20 de mayo de 2010

Ayer fue el primer día de un tiempo nuevo y mejor... (pero no tanto)


Ayer fue el primer día de una época nueva y mejor...


Me gusta empezar así estas reflexiones. Positivamente. Tomando lo bueno y aportando a lo no tanto.


Quienes tienen la desventura de recibir mis mails regularmente saben que hace años me agravio con la estúpida violencia del fútbol y, más aún, con la similarmente estólida futbolización de otras actividades centrales de nuestro quehacer, como por ejemplo la Política. También saben lo poquito que me gustan los Coraceros, más que nada por lo que representan.


Ayer pudimos observar el primer paso hacia el fin de un problema bien feo; y -con algunas notas pintorescas como la niña “secuestrada” por la Policía y amparada por un estupendo ser humano de confesión tricolor- los retardados de ambos colores se perdieron el partido, dejaron sus datos filiatorios anotados en las correspondientes Comisarías, sentando las bases de su futuro procesamiento y erradicación de los escenarios deportivos. ¡¡Bravo!!

Ya era hora. Hace más de un año, el día del partido entre Nacional y San Martín de Porres, quien esto escribe –armado únicamente con su hartazgo y la firme decisión de no permitir más ser atropellado en su derecho a viajar en bus en paz- reclamó (amablemente primero), fue insultado, escupido y agredido por ladridos, arañazos y amagones de los indignados energúmenos que confundían el verde del bus con el césped del Parque, pero terminó haciendo conducir demorados a una docena de violentos que quedaron bien guardados hasta después del partido. Tomar la decisión y el riesgo, más una hora y media de retraso en mi llegada a casa fue el precio que pagué. Lo que gané, fue inmensamente más, ya que supe que era posible recuperar terreno ante la barbarie, a poco de poner en juego los productos de la consorte del gallo.


Prevención, Disuasión y Represión. He allí los pasos de una buena acción policial, que ayer se pusieron bastante en juego, con desigual resultado, pero saldo positivo. A partir de anoche, hay unos cuantos que saben que la cosa viene más en serio que anteayer, y quizás, pongan la barba en remojo. Nadie puede defender la brutal agresión al entorno, a monumentos, mobiliario urbano, propiedad y autoridad, y me apresuro a decirlo; pero me parece que hay que afinar la puntería y que la Policía tiene que aprender a reprimir el desorden y el delito, pero permitir (e incluso proteger y alentar) el festejo sano.


Se necesita más de todo, además de selectividad; y sobre todo prevención. Hay que incluir urgentemente el procedimiento de segregación a priori de los procesados, para lo que se necesita un mejor trabajo de identificación y prueba, y una actitud decidida del Poder Judicial. Pero también definir que, hasta que la cosa no vuelva a su cauce, es imposible seguir festejando en 18’. El Parque de los Aliados (que no Batlle, mal que le pese a mi simpatía por Don Pepe) es enorme, y da para armar un área de festejos (gane quien gane) segura, amplia e inocua para la circulación vehicular y los bienes y comercios. Quien se quede sabe que es un parque, que está más a merced de los delincuentes que en otro lugar, pero tiene que ser posible desarrollar una cultura como la que intenta tibiamente impulsar Nacional, en la que la propia masa sana purgue sus indeseables excrecencias.


Me parece que ya escucho los horrorizados aullidos de los defensores de lo indefendible mentando los derechos humanos, la solidaridad distributiva, el capitalismo salvaje y las consecuencias del neoliberalismo, señalando que esas excrecencias lo son de una sociedad injusta y bla bla bla. Ya lo sé, y –como he dicho mil veces hablando de mil otras cosas- este no es el lugar ni el momento de dirimir la justicia social, sino el de defender a la gente sana de la enferma y dar al César lo que es del César y a Dios lo que es de Dios.


Más disuasión, y no pulmón. Un Coracero cada cuatro metros en el balcón de entrada y al primero que corre para el lado contrario o se levanta a putear o pegarle a otro, del forro para afuera. Y para los que no entiendan, el fino trabajo de los Jet Li del Cuerpo, con premio por productividad. Dos partidos así, y se termina la bobada: no hay guapos cuando un Robocop sabe lo que hay que hacer y lo hace.


Párrafo aparte para la deliciosa eficiencia del servicio de limpieza y barrido, que permitió observar una arteria principal (al decir de los cronistas veteranos) casi sin rastros de la batahola; y un agradecimiento especial para los Bomberos que limpiaron prácticamente todo el monumento mancillado por la expresión masiva de la estupidez individual de un puñadito que deshonra a la hinchada más grande y fiel; integrada en su casi casi totalidad por gente buena, que ama su enseña pero no odia ni quiere destruir sino que respeta al rival que lo secundó y ayudó a ser el más grande del Siglo XX.


Peñarol carajo nomá, y a terminar con las Barras!!!


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... pero no tanto


Tras ver (en todos los canales de TV, ayer a mediodía) los videos poco editados de la actuación policial, y hablar con personas que participaron de los festejos (entre ellos mi hijo) no me apeo de mi optimismo de ayer, pero debo concluir que el procedimiento, in totum, no fue exitoso como dijo el Jefe de Policía en una parte de sus infelices declaraciones.


Para simplificar, trataré de resumir la cosa en términos aritméticos.


Éxito = Prevención + Disuasión + Represión bien hechas => Éxito = 3


Prevención = Antes y durante + Después del partido


Antes y durante: Muy bien. (Nota: 0.66)


Después: Hubiera sido mejor no dejar venir cosas tales como la pintada del monumento a Artigas (que se realizó ante la vista y paciencia de las fuerzas destacadas en Plaza Independencia), por la vía de no permitir a priori el acceso irrestricto a ambas plazas; al igual que la toma de los kioskos como plataforma de stupid-jump. (Nota = 0)


Represión = Qué + Cómo

La detección de situaciones anómalas implica una intervención inmediata con una fuerza proporcional a la magnitud del evento a enfrentar y cuya aplicación no debe generar problemas mayores a los que se intenta resolver. Bajar a palos un tonto encaramado y entrar a tiros sin aviso previo (Plaza Cagancha, todo ello entre las 19:30 y las 20, sin que hubiera llegado aún el grueso de los hinchas que venían del Estadio) no parece ser lo más adecuado, ya que a los delincuentes y díscolos que debemos erradicar se pueden llegar a sumar los buena gente que se exaltan con la brutalidad profesional y abusiva. Nota = 0


Es cierto: no hubo saqueo ni destrozos. Nota = 1


Pero tampoco festejo, y ello porque -sin que se registraran desórdenes de magnitud (los cuales se pudo prever pero la incompetencia campeó)- se dispersó a todo el mundo de la forma dos grados menos que la más violenta de que se dispone (sólo faltaron gases y Neptunos). Las balas de goma son para desórdenes mayores.


1, 66 está lejos de 3. LQQD


Atribuirse un éxito en esas condiciones, y celebrarlo como hace el Sr. Presidente que ahora aplaude lo que toda su vida enfrentó (y hablo de la brutalidad que también supo ejercer, no del sistema policial que –con una eficiencia que ya quisieran estos para sí lo tuvo como enemigo y prisionero). Qué decir de la tristérrima Daisy, que salió de su ostracismo-con-glúteos-amoratados-incluidos, para aplaudir lo que nunca hizo y decir que está muy bien cuando antes sostenía que estaba muy mal. Que el Dr. Lacalle celebre, habiendo aplaudido y sostenido a Gianola, no es de extrañar. Si cualquiera de los tres hubiera salido por 18 el martes en el estado que con frecuencia se los vio en tiempos no muy lejanos, sus hoy defendidos los hubieran apaleado y querido mandar pal corral.


Lo que está bien, está bien, y lo sigo reconociendo; pero lo que está mal hay que cambiarlo; y aplaudirlo públicamente no es la mejor forma de empezar.


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