lunes, 26 de octubre de 2009

Rareza. Un debate serio, profundo, cálido y afectuoso sobre la anulación de la Ley de Caducidad


Fede, qué bueno saber de ti!!
Me gusta poco eso de nomás resultarte entretenida mi retórica, pero es de lo mejor que me han dicho los pocos que se han dignado responder no ya a este sino a la media docena de artículos llenos de argumentos que publiqué en el último mes. La tuya incorpora la novedad de las ideas, así que mi agradecimiento es expreso.

Hace años utilizo el método de la cita, que no sólo ordena el debate sino que impide las deformaciones, por involuntarias que resulten ser; y vi que te es grato. Empiezo.

Cita: La verdad que me resulta muy entretenida tu retórica y decidí escribirte no solo para alcahuetearte, sino para ahondar un poco en relación al contenido de tus últimas intervenciones argumentando en contra de una posible derogación de esta cuestionada "Ley de Caducidad",

- Alcahuetearme sin más no estaría mal para mi vanidad, pero me gusta más lo que hiciste.
Comienzo la respuesta rectificándote: no sólo no me opongo sino que en mi primer artículo (están todos en el blog) postulo como buena y deseable la derogación de la Ley; piedra en el zapato de todos los que tenemos principios, y que ya cumpió con su objetivo de lubricar la salida (o la metida del penúltimo choclo de la dictadura militar. El último fue Berríos).

Cito: hija, como yo, de una periplo de nuestra historia que quizá hoy, visto a la luz de nuestra actual sensibilidad social, pueda resultar “bárbaro” para algunos e incluso incomprensible para otros.

- El problema de pensar en la apuesta que vas a hacer el domingo con el diario del lunes es que -además de inútil- te da una perspectiva necesariamente errada. Napoleón llegó a Egipto arrancando cabezas (literalmente), pero resulta que la Historia terminó diciendo que le llevó la civilización. ¿Qué dirá la Historia de esta etapa de nuestra vida política? Estamos frente a un caso atípico, donde el que cuenta el cuento es quien perdió la guerra. El MLN-T y el PC perdieron la guerra pero indudablemente ganaron la batalla cultural y -como consecuencia directa de ello- hoy la gente de tu edad tiene una visión parcial de la situación y una parte la de mi edad parece querer olvidar algunos hechos tal cual sucedieron.

Para poder entender el proceso que llevó a la Ley, hay que haber estado empapado de cosas tales como el No del 80', las Internas del 82', el Decreto del 6 de agosto 83', el Pacto del Club Naval, la proscripción de Seregni, la cárcel de Wilson, etc.; asuntos todos que cito en mi primer artículo. Seregni estuvo en el Club Naval en representación del Frente, y por supuesto que allí no se dijo a los militares que no se los iba a perseguir, ni mucho menos lo contrario. Estaba implícito que no, en una negociación hacia una salida incruenta, donde los que lo tenían entregaban el poder ante la evidencia de que intentar conservarlo implicaría una represión feroz de futuro incierto.

Cito: Creo que por el solo hecho de que haya sido tenido en cuenta en la campaña del 1989, de la que sinceramente solo un vago recuerdo conservo,

- El propio Gonzalo Aguirre (que fue quien brillantemente señaló que aquél plebiscito no significaba el enfrentamiento entre un montón de desalmados amorales y los defensores de los principios, sino el enfrentamiento entre dos éticas: la de la responsabilidad y la de los principios) sostenía el criterio y ha dejado hasta por escrito la opinión que hoy por primera vez en veinte años convalida la Corte.

Cito: no es elemento suficiente para justificar, lo que entiendo, muy indulgentemente calificas como “abollón específico y circunstancial” a la separación de poderes. Yo, con todo el respeto que me merece nuestra gente como colectivo y conociendo el hilo de sucesos que antecedieron a dicha decisión, - digo conociendo, ya que resultaría pretencioso creer entender un contexto del cual, si algún conocimiento tengo, es solo a través de lecturas y/o relatos-,creo que, en crónicas de Aureliano Folle sería algo así como “un choque frontal de magníficas proporciones y con resultados fatales” para nuestra constitución.

- Te agradezco la franqueza de señalar la dificultad de tener una opinión completa sólo por referencias; ya que -de pasada- estás dando por bueno lo que digo aunque luego te contradigas. No son ustedes quienes deben laudar eso: ya lo hicimos los que la sufrimos y sabíamos de qué venía la cosa.

La justificación es in totum, no es parcial. La Ley es un parche, y uno anda con un parche hasta que puede comprarse otra goma. ¿Ha llegado el tiempo en que podemos derogarla? Pues lo hacemos, pero hacer como que no existió nada? Jamás.

El abollón es eso y nada más: circunstancial acotado y a término y, tan no es fatal, que allí está la Constitución, vivita y coleando, el Parlamento y la Suprema Corte funcionando, el Ejecutivo acatando y ejecutando, y todos contentos. Ah, y me olvidaba de los que -con esta Ley de por medio- están y estarán presos . Nada de eso existía entonces, y sí unos militares no muy convencidos de la conveniencia de entregar el poder.

Fea, injusta, inconstitucional, lo que quieras: mene frega. Acá estamos, el país va para adelante, ganó el Frente, y uno de los guerrilleros perdedores es el futuro Presidente, los milicos chito calladito, y todo el mundo en el Corso. Lo único que no sucede es lo que de todos modos no sucederá, con o sin Ley: ni un sólo dato verdadero llegará, ni un sólo hueso aparecerá, hasta que a alguien se le ablande el corazón o esté tan próximo a la locura o la muerte que no le importe traicionar el compromiso de silencio que lo une a sus camaradas combatientes. Horrible por sus consecuencias, es un código de honor y, para entenderlo, hay que bucear un poco en el alma del adversario; no sólo despreciarlo y amenazarlo con Jueces, escarnio y cárcel.

Cito: Pero el resultado de mayores consecuencias en este siniestro, el que violenta aún más profundamente nuestra conciencia, es la resignación de nuestra sociedad dada la vigencia de esta Ley, a un valor humano fundamental, aquel por el cual todos los hombres y mujeres somos iguales ante la ley, sin que existan privilegios ni prerrogativas de sangre o títulos nobiliarios. En este punto no encuentro “tela para cortar”, ya que esto trasciende incluso nuestra constitución para constituir un pilar fundamental de la democracia en todo el planeta - recogido incluso por monarquías constitucionales España, Gran Bretaña o Japón, etc – y que por encima de todas estas instituciones, estados o leyes, se constituye en un valor de esos que uno quiere dejar bien incrustado en el corazón de sus hijos.

En 1989 no hubo resignación sino una decisión madura, adulta, una opción entre lo deseable y lo posible, que no violenta mi conciencia sino mi sensibilidad y espíritu de justicia; como tantas cosas que suceden en esta vida. Pero no por eso junto firmas para meter presos a los biznietos de Rivera por la masacre de Salsipuedes.

Hay tres mentiras universales: 1) Yo nunca miento 2)Todos iguales ante la Ley 3) La puntita nada más. (Perdoná la caída, pero no deja de ser serio quien se atreve al humor). La igualdad ante la Ley es el equivalente constitucional del "Amáos los unos a los otros" del Cristianismo, el "Libertad, Igualdad y Fraternidad" de la Revolución Francesa, el "A cada quien según su necesidad..." del Socialismo. La Constitución marca metas, rumbos, habla de derecho a la vivienda, a la educación, al trabajo, a la salud, a la dignidad; y nada de eso es completo, ni se acerca siquiera en algunos casos a ser verdad. Y no por eso la Constitución es falsa o miente. Paso a paso, hay que seguir tratando de acercarse al ideal.

Yo quiero lo mejor para mí, mis hijos, mis adversarios y los hijos de mis adversarios. Por eso, a los míos y a los que puedo, les muestro principios bien elevados, raciocinio y flexibilidad. No me gustaría cortarle una mano a un hijo, pero si el Dr. me dice "... bueno... yo no puedo hacer nada más. Nnno estoy seguro... pppupuede que no le pase nada , pero... existe riesgo de que la infección regrese, y en una de esas se muere", ¿sabés qué hago? Se la corto yo mismo, con los dientes si no tengo bisturí.

Supongo que es imposible transmitirte la sensación de quienes tanto pusimos para la recuperación democrática, al sentir que todo se ponía en riesgo nuevamente. Agregá saber que blancos y colorados estábamos solos, tras la incalificable actitud del Frente; que se negó a votar la Ley Zumarán Batalla (mucho mejor que esta). Jaime Pérez llegó a decirlo públicamente: déjenlos que ellos voten esto y se incendien. ¡Cálculo político! Después hablan de principios.

Nunca el fin justifica los medios si éstos son malos, pero ver que pasó lo que quería me deja tranquilo con mi conciencia. El "si hubiera" no corre para los que tomamos decisiones; y vos bien lo sabés. A lo hecho, pecho.

Cito: Por esto es que más allá de las convicciones personales o simpatía que puedan despertarme las diferentes facciones políticas a las que lamentablemente se ven asociados detractores o defensores de la Ley - ya que creo que ésta no es una dedición de corte político sino humano- es que, si bien puedo comprender la “utilidad” de la misma, en un momento “específico y circunstancial” , creo que hoy ya cumplió la funcionalidad que algunos pueden atribuirle no teniendo más lugar, no en nuestra legislatura, sino en nuestra alma.

- Estoy de acuerdo en que uno no es responsable de quiénes lo acompañan en algo, ni por qué.

En mi alma, esta Ley nunca tuvo lugar, ni en la de un alto porcentaje de los que la votamos con lágrimas en los ojos. Si no la querés en la Legislación, promové la derogación y yo te firmo primero. Se puede hacer hoy mismo: el Frente tienen la mayoría absoluta, y los acompañarían muchos blancos, colorados, e independientes.

Cito: El derecho que mueve a un pueblo a levantar una bandera y luchar por su independencia, el que lo lleva a validar una constitución, a modificarla cuando lo encuentra conveniente, es el mismo que le otorga la autoridad para promulgar o derogar una ley, para plebicitar o re-plebicitar otra... es el derecho que todo pueblo tiene ( o debería tener), es el derecho a la libertad, a la libertad incluso de equivocarse una y otra vez. Y el pueblo es hoy tan soberano como lo fue en el 30, como lo fue en el 84, en el 89, y también en el 2004 y nos guste o no, ostenta la misma autoridad.

- En Derecho existe lo que se llama cosa juzgada, y eso invalida de plano tu afirmación respecto de re-plebiscitar. No siendo por eso, estoy en un todo de acuerdo con lo que aquí decís, con una salvedad: cada Sociedad es heredera de su pasado, dueña de su momento histórico, y sembradora de los futuros. La diferencia enorme entre el 30,el 84, el 89, el 2004 y el 2009, es que en éste se pretende modificar el pasado, y eso es lógicamente imposible, éticamente reprobable y ajeno al Derecho imperante, hoy y acá.

Además, es inútil. Si el plebiscito por la anulación triunfara y nadie interpusiera un recurso de inconstitucionalidad (no hay nada más inconstitucional que la retroactividad del Derecho), todos los casos descartados con anterioridad podrían reabrirse, pero las defensas apelarían indicando que la anulación no existe en nuestro sistema jurídico, y habría que llevar cada caso a la SCJ, la que tendría que expedirse acerca del punto. O sea: un nudo gigantesco, muchísimo ruido, la destrucción del principio de certeza jurídica, nadie o casi nadie más preso, ni un hueso ni tumba ni un dato más. Y una mierda que hace veinte años era vieja, revuelta y volanteada por toda la Sociedad.

Cito: Para quien también intenta cultivar la libertad como el pensamiento, quien entiende que esta no debería nunca subordinarse a la espada, como tampoco a la pluma, no ve otra cosa que una pluma que respondió a los intereses de una espada que utilizó la influencia que algunos otros tenían sobre una sociedad, desconcertada por lo que había vivido en carne y a la que la urgencia de una salida justificaba lo propuesto… y quizá entienda, pero lejos, lejos está de ver un esbozo de LIBERTAD en aquella decisión.

- Los debería y no debería son propiedad de cada uno, comparto los tuyos, no tus dichos y -afirmo- hubo mucha libertad en la decisión (se puede ser libre bajo presión, y es muy digno tener miedo); y, sobre todo, responsabilidad. No hubo subordinación del pueblo a los intereses de los portasables sin honor, sino la libre decisión de sacrificar algo para ganar la tranquilidad de que -con el tiempo- se tendría casi casi todo. Veinte años después, todo lo dicho es cierto, rige lo más plenamente que se recuerde el Estado de Derecho, y la supuesta igualdad ante la Ley suma a su listado tradicional de excepciones (todos los poderosos, los que tienen un buen abogado, un amigo, un dato, etc, etc, etc) a un puñado decreciente de militares que van muriendo uno a uno, abrazados a su convicción y despreciados por casi todo el mundo.

Yo no pensé en mí, en mi furia, en mi dolor, en mi sed de justicia tras doce años de su ausencia y de un miedo atroz, como no quiero sepas jamás lo que es; pensé en un país para mis hijos donde cada uno fuera arquitecto de su destino y nadie le dijera qué podía y qué no, a riesgo de cárcel o vida si no hacía caso.

Lo conseguí, también para mí y la enorme mayoría de mis compatriotas y coetáneos, me duele el precio ajeno más que el propio, pero lo pagué y punto.

Cito: Y es verdad, soy parte de esa generación que discrepa, pero no de esa que se avergüenza de lo que hicieron sus antecesores y que solo busca culpables, todos tenemos nuestras miserias, pero entiendo que de la misma forma que ellos tuvieron el derecho y la autoridad para “enmendar la plana” de los años que vendrían, tenemos el mismo derecho y autoridad para corregir un error -que ni me importa de quien haya sido-

- La realidad cotidiana es el resultado de los aciertos y errores del pasado. No se puede elegir sólo lo que nos gusta y eliminar retroactivamente lo que no. ¿Para adelante? Lo que quieras, y yo contigo; pero no existe el derecho de (ni se puede) cambiar el pasado; ni mucho menos se puede hablar de autoridad para hacerlo. Nadie la tiene, por mucho que te (nos) duela lo que tuvimos que hacer.

Cito: que abriga HOY nuestra legislatura y que a la vista de nuestra actual sensibilidad socava en lo más hondo mi corazón.

Por tercera vez: ¿derogar? Ya. Ya. Hoy mismo. Pero esa no te la llevan tus ocasionales compañeros de ruta. La Ley no se derogó porque Vázquez (buscando votos prestados) se comprometió a mantenerla y al riguroso respeto de la decisión popular del 89. A medio período, algún ultra inventó lo de la anulación, y pocos creyeron que la cosa viniera en serio. Creció, se dieron cuenta, el Frente necesitaba una "causa" que reuniera a la militancia y le devolviera la cohesión perdida en ejercicio del Gobierno, y -tarde pero- a firmar.

Anular la Ley (esta o cualquiera) es un caso en el que es peor la enmienda que el soneto. Para presuntamente reparar la violación (a término) de un (único) aspecto constitucional (separación de Poderes, ya que la del principio de Igualdad la descartó la propia Corte en el mismo fallo que motivó esta charla) se vulnera en forma permanente el principio de certeza jurídica, legislando retroactivamente.

No hay ningún país (ni los que sufren dictaduras desde hace 40 años o más) en el que se legisle para atrás. ¿Será un capricho? ¿Le vamos a enseñar Derecho al mundo?

Cito: Un cálido abrazo,

- Otro. Que puedas hacer la mejor elección. Y gracias de nuevo.

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