sábado, 10 de octubre de 2009

Por qué NO voy a votar en blanco en octubre


Estoy convencido de que debería votar en blanco una vez más pero… no se relama, Senador Mujica. Pese a lo que digo más abajo y a mucho que no, no lo voy a hacer.

No soy yo quién para decir que no soy tibio, falto de compromiso, gil, eterno desconforme o pardaflórico; pero sí, seguro, para asegurarle que no es por falta de coraje que no lo voto, Señor.

Se necesita coraje (y mucho) para votar por lo que uno piensa y no a favor de los propios intereses. También para andar a la intemperie política, proclamando ideas propias, sin lamer coyundas, pedir bendiciones, favores ni cargos, en un país muy afecto a confundir disciplina con obsecuencia, premiar la aquiescecia genuflexa y castigar el disenso leal.

Le agradezco, eso sí, haberme forzado a terminar estas líneas. Hace días pugnaban por salir. Su mojada de oreja tuvo el efecto contrario al buscado, ya que ahora voy a hacer campaña por el voto útil, yo que tanto lo desaconsejé.

Para decirlo a su modo: ¿Con mi voto mayoría automática? ¡¡Minga!!

Casi digo pindonga, pero hay damas.

Así que, no. No voy a votar en blanco. He caído en la cuenta de que -dado que no participan del cómputo de votos para dividir las bancas- los votos en blanco o anulados son votos a favor de la mayoría absoluta (en este caso del Frente). Por esa razón y por ser la opción que -sin hacerme feliz- más se acerca a mi perfil, voy a votar al Partido Independiente; y aconsejo a quienes aún no se han decidido a que lo hagan en igual sentido o por cualquier opción no oficialista; como forma de no apoyar la actitud absolutista perpetrada por esa bancada a lo largo de esta Legislatura. Es más: si es para hacer lo que hicieron en usufructo de un privilegio raramente otorgado por la ciudadanía, no quiero volver a ver un Partido con mayoría propia en el Parlamento (y no apoyaré tal posibilidad) hasta constatar cambios profundos en la cultura política uruguaya.

Para los que gustan de reflexionar, expondré a continuación las razones por las que que me vi tentado a votar en blanco una vez más, razones que mantienen su vigencia más allá de la decisión expresada más arriba.

El sistema político uruguayo lleva medio siglo haciendo méritos para empeorar su imagen entre el común de la gente. El promedio cultural, intelectual, filosófico, político, técnico y hasta retórico de dirigentes y aspirantes a todo cargo por designación popular o premio consuelo, ha ido decayendo sin parar; y con él la calidad del gobierno y la gestión pública.

Empecé a votar en elecciones nacionales libres en 1984, y lo hice por el partido en el que -proscripto y todo- militaba desde 1982. Ganamos, y dio para celebrar: el cambio en paz prometido se prudujo, los presos políticos y conexos salieron de la cárcel, el salario real creció 30% en tres años, los derechos constitucionales se reinstauraron, se consiguió sortear la crisis de las citaciones en la caja fuerte del Gral. Medina, etc. etc. En la interna empero, no pudimos incidir del modo previsto y el Partido aplastó la renovación. Volví a votarlo, por pura lealtad a un Gobierno que apoyé sin integrar, y que en el 89’ se caía a pedazos. Es uno el leal, lo merezca o no el objeto de su lealtad.

En el 1994 y 1999 voté en blanco. En 2004 la Izquierda llevaba casi cincuenta años gobernando la Universidad, quince la IMM, y la cosa era más para dudar que para celebrar. Si no pueden con lo chico, ¿por qué van a poder con lo grande? pensaba. Las opciones no eran mucho mejores, así que hice pesar la esperanza sobre la experiencia y voté la 2121. O sea que yo sí los voté (como antes al PC) y no me arrepiento: el tiempo peor perdido es el de arrepentirse de lo hecho con ilusión y buena fe.

Surge de lo expuesto que casi la mitad de mis votos en las nacionales ha sido en blanco, lo cual posiblemente se debe a que soy uno de esos “…giles… que votan en contra de sus intereses de clase… faltos de compromiso… a los que nada les viene bien… que no (me) votan por falta de coraje …” como dice el Senador Mujica, o -tal vez- al hecho de que, habiendo militado en la resistencia, en la salida y en la reconstrucción democrática, intentado por seis años colaborar con el mejoramiento de la actividad política y once con el de la gestión pública- me siento con cierto derecho a observar el tema con ojos especialmente críticos.

Es 2009, y hay que votar. Pasado el primer gobierno “ nacional y popular” (como si, salvo dos, no lo hubieran sido todos), tras el presuntuosamente autoinvestido “primer gobierno progresista del Uruguay” (¿no hubo ninguno de Don Pepe para acá?) hay unos cuantos “detalles” que me habilitan a, una vez más, ejercer mi independencia política.

Capítulo especial para la estrategia mediática y de Campaña que han sabido compartir los dos partidos que compiten por la Presidencia ya desde las Primarias; por así llamar al conventillo en que han convertido a la comunicación pública de sus dichos (ya que no el debate público de sus ideas). Hemos asistido al mero encadenamiento de lugares comunes y medias verdades dichas como enteras, destinado a denostar al adversario y/o enfervorizar a la hinchada, en el tiempo que sobra de lanzar al voleo insultos, deméritos y calificativos que han alcanzado última e insólitamente hasta a los propios votantes.

Lo peor, sin duda, ha sido la adopción por Prensa, asesores y candidatos, de la metodología instaurada con gran éxito por Paul Joseph Goebbels (aquél de “Miente, miente, miente que algo quedará. Mientras más grande sea una mentira más gente la creerá”). Para postrer alegría del Ministro nazi, sus seguidores han generado sucesivas olas mediáticas de falsedades, que incluyeron la acusación al Dr. Gonzalo Aguirre de comparar a Mujica con Hitler, y al Dr. Lacalle de querer cortar con motosierra la inversión social, el Plan Ceibal o las Asignaciones Familiares (faltó nomás la pierna ortopédica de Darío Silva). También el Senador Mujica cayó en la volteada, acusado de no creer en el Poder Judicial, querer implantar la cultura de los Khoisan y eliminar la propiedad privada.Para empatar, los neo goebbelianos soi dissant de izquierda hicieron que un montón de circunstancias, reunidas de prepo y a sabiendas de mentir, sirvieran para acusar al Dr. Bordaberry de comprar campos a precio vil. Basura y más basura.

Todos lo vimos, todos lo sabemos: Aguirre dijo que ser popular y conseguir votos no es sinónimo de ser demócrata (lo cual es verdad) y dio ejemplos. Hay formas más felices de decir la verdad, pero eso hizo. El Senador Mujica tampoco dijo nada de lo que le atribuyen. Filosofó, sí y en privado, acerca de la justicia humana, y usó en sus aclaraciones públicas el mismísimo giro que el Dr. Lacalle cuando habló del Caso Braga, palabrota más o menos. Cotejaba otro día en su magín la cultura de unos pobres morenos semidesnudos del desierto africano con la de los sindicatos uruguayos; pero cometió el error de decirlo frente a algún nabo con grabador. Lo incineraron. El Dr. Lacalle dijo un día que recortaría (repreguntado dijo que con motosierra) el gasto superfluo, los contratos de obra y los cargos de confianza, con lo que temblaron primero algunos amigos, luego las rotativas, los videos y los celulares. Pasto bien seco para los fuegos neogoebbelianos. El Dr. Bordaberry firmó un trámite ante la Intendencia de Maldonado para una empresa que, después y sin su intervención, quiso comprar unas tierras en Soriano, tema que está en la Justicia. Un funcionario de morondanga, tan confiable y recto que ha sido repudiado en pasacalles del Sindicato del Instituto que dirige) ató las dos moscas por el rabo, se irguió en Juez y Jurado (a cacunda de Fassano et al.), eructó una denuncia viperina y salute imagen recién salidita de la tintorería de la Historia (a fuerza de laburo y votos) del carismático Pedro. Caca de mosca, cuando la Justicia opere y lo libere de la sombra de la duda, pero caca al fin. Como autor y difusores (sin investigación previa) del infundio. Fascismo del bueno. La dejo en estos ejemplos para no alargar.

Ahora sí las diez razones intra sector político de mi vocación “votoblanquista”.

Hace unos meses expresé mis sensaciones ad hoc en los dos capítulos de las Confesiones de un políticamente incorrecto. El paso del tiempo sólo ha solidificado mi convicción de la conveniencia de no dar voluntariamente mi voto en octubre a ninguno de los presidenciables. Paso a detallar por qué; y -ya que sí los voté- empiezo por el Frente.

1) Me resisto a apoyar a un partido que, aún después de tener la oportunidad de entender lo que es gobernar y habiendo proclamado a los cuatro vientos ser el Cambio reencarnado

a. Mantiene buena parte de sus definiciones ideológicas y estatutarias ancladas en los 60’ y toma sus decisiones más importantes a través de unas asambleas integradas por personas que no representan más que a los intereses de los grupos (algunos minúsculos) que integran, y no al electorado partidario y su pensamiento.

b. En demasiados casos (algunos muy notorios) incurrió en su gestión en los mismos vicios de improvisación y designación de amigos faltos de profesionalismo cuando no francamente incompetentes; forma de actuar que no se ha distanciado esencialmente de la de sus denostados antecesores. “Tenemos el mejor gobierno compañero, pero no el mejor gobierno que hubiéramos podido”. No lo dije yo sino Constanza Moreira, candidata a presidir el Frente y a Senadora por el MPP.

2) Me niego a aportar a la unción en primera vuelta de un presidenciable que convalidó (por decir lo menos) un Congreso en el que se humilló con saña a aquél a quien hubo que nombrar de apuro en Washington para ganar, pedirle por favor que no se fuera para poder sostener la credibilidad del Gobierno, y obligar a quedarse y aceptar la Vice para no sufrir una derrota estrepitosa, asegurada en una fórmula que no lo incluyera.

3) Prefiero que mi voto no se confunda con los de quienes, habiendo criticado con aires de Robespierre posmo a los gobiernos anteriores por su corrupción, miran para otro lado cuando Marenales dice que hay que terminar con la tapadera.¿Por qué ni un periodista le pregunto cuál?

4) Elijo no convalidar una campaña electoral subvencionada con mi dinero por empresas públicas y Entes, tan novedosa que incluyó actos políticos en contra de los otros candidatos, organizados no por el Frente sino por el PIT CNT, en clara violación de su calidad de entidad que no tiene la actividad política prevista en su Estatuto. MEC y Poder Judicial calladitos. Yo no.

5) Me parece mejor, en la ocasión, no votar a candidatos conservadores.

6) Tampoco a quienes le faltan el respeto a mi inteligencia inaugurando en plena Campaña hospitales o aeropuertos que tardarán meses en estar operativos; o que ayer se oponían con furia a lo que hoy aplauden, y decían “delincuentes” a quienes, ahora, sonrientes abrazan.

7) Prefiero no apoyar a los que no le dan lugar a la renovación progresista, por así llamarla, lo cual bien puede decirse de los tres Partidos grandes. En el Frente predominan leninistas y ultras, mientras se esfuma el espacio socialdemócrata. El electorado nacionalista optó por postergar al Dr. Larrañaga, que -a su modo y en ese ámbito- la encarna. El Dr. Bordaberry representa un modo de hacer política respetable, renueva por edad aunque no por aporte teórico, y no recibirá mi apoyo para restaurar un Partido Colorado conservador. Soy un cadáver político del último intento de renovación batllista, pero un cadáver con memoria. E ideas; aunque no parezca o no se parezcan a las de la mayoría.

8) No quiero que mi voto se confunda con el de tantos advenedizos, ventajeros, corruptos y corruptores como los que rodean a los devenidos poderosos y se han arrimado al Frente desde que lo es; sumando a su acervo propio en la materia. La corrupción no delictiva, lo que sin ser ilegal está lejos de ser ético, la máquina electo-ocupacional, el abuso de derechos, viáticos o posición privilegiada, el amiguismo, etc. no son patrimonio de ningún Partido (como sostenía la así llamada Izquierda y siguen sosteniendo muchos de sus principales) sino vicios del ejercicio del poder. Lo gritan la realidad y el propio Senador Mujica en el famoso libro que no leyó, lo sufrieron blancos y colorados por décadas, mal lo han corregido últimamente, y hay ejemplos en las propias internas como para dudar de las buenas intenciones manifestadas.

De la margarita electoral me quedan, pues, Asamblea Popular y el Partido Independiente.

Siento un gran respeto por todo aquél que abrace honorablemente una causa noble (por inalcanzable que me parezca) y la lleve adelante con su esfuerzo. Entonces ¿por qué no votarlos?

9) Pese a simpatizar con los orejanos (por aquello de que la cabra al monte tira) me resisto a apoyar a un grupo que se autoproclama asamblea del Pueblo, al que el Pueblo ignora olímpicamente desde mucho antes de volverse Partido. Me cae bien ese artiguismo visceral de sus integrantes, pero no alcanza para opacar la barbarie liberticida de seguir proponiendo la dictadura del proletariado, ni el estatuismo mental del no pago de la deuda externa, la refundación del Frigonal, o la nacionalización lechera o bancaria. Eso por no hablar de soñar con completar la línea de forwards con Evo, Correa, Hugo y el Pingüino; y Fidel de DT.

10) Ideológica y organizativamente el P.I. se parece mucho a nuestro intento de los 80’. Socialismo democrático, respeto por la institucionalidad interna, culto de las asambleas como espacio de representatividad y libertad. Exhiben también flexibilidad, una cultura de lo posible, negociadora y componedora (no de componenda) muy agradable a mi paladar; y no han tenido tiempo ni oportunidad de desprestigiarse, pues no se han tenido que meter en la miasma del ejecutar. No tengo claro cuán diferente es el trabajo del Diputado Iván Posada del de sus pares de los demás Partidos, pero le otorgo el beneficio de no negarlo, ya que nunca me detuve a analizarlo.

Eso solo no me alcanzó para votarlos antes, ni me alcanzaría hoy. Me cuesta, además, respaldar al Dr. Mieres tras su comportamiento en el episodio del reto público a Bordaberry para el debate en TV (Vg. su decir que hay que cambiar la política pero hacer lo mismo que los otros). Además, estoy convencido de que Uruguay no necesita más sino mejores partidos políticos, así como de de que los cambios se hacen desde adentro. Con la CBI no pudimos, pero es así, y pensar en Gorbachov ayuda a no perder tiempo discutiendo al respecto.

Nada lo del ojo.

Gracias por llegar hasta acá. Espero merecerlo.

1 comentario:

hilda kennedy dijo...

Hilda kennedy, Muy bien, pero no veo arreglo. en mi opinión sería mejor depurar el Frente, paraticipar y lograr que cumplan lo prometido sacndo de en medio a ese grupito que se ha adueñado del Fretne y no deja hacer nada. Porque por supuesto los de Asamblea popular están locos, pero... no olvidad que cada vez que Mieres votó fue acompañado a la derecha... si no me equivocco y se me pasó alguna vez.