miércoles, 20 de junio de 2012

¿Nunca más marihuana ilegal, dijo, abuelo? Tomá pa vos...

Para ser sincero, como siempre, no escuché al Presidente. Estoy harto de ilusionarme cuando habla sobrio y calentarme cuando Baco habla por su Boca, harto de no saber cuál es el que me habla, si el abuelo canchero, el frío y calculador asaltante del sistema democrático, el componedor, el desesperado, el déspota...

No me gusta que el Presidente me hable con parábolas: eso es para los elegidos. No me gusta que me hable como abuelo: no le pago para eso. En realidad me gustaría que hablara menos y su Administración consiguiera más resultados. Verán que no digo "hiciera más": hay veces que, al revés del que nos dice que algún día nos vamos a avivar, cuanto más vendés, más perdés.

Quiero dejar sentado mi respaldo a alguna de las medidas que, según la Prensa, insinuó el Presidente.

No hay nada mejor que reconocer la realidad y, así sea siete años tarde, darse cuenta que hay que hacer más por la Seguridad, aunque los dientes ideológicos rechinen.

Como verá, vengo en una buena, así que no se ofenda, don Presi, pero no sea nabo. Saque esas restricciones de cantidad, registro, monopolio estatal e impuestos de la venta de marihuana. Si los jode mucho, es más cara o no les alcanza, la van a comprar en la boca.

Para esto y para todo: No hay nada mejor que la libertad, especialmente cuando el control se demuestra tan pobre en logros positivos y tan rico en fracasos y enriquecimiento de los corruptos.

Respecto de la internación compulsiva: padezco a diario el hartazgo, el dolor de no poder salir sin mirar para atrás, adelante y los costados cuatro veces por cuadra, así como, allá en la víscera, la alerta liberal. La medida en sí, aislada, podría ser bienvenida y "no tan grave", pero se parece mucho a elementos característicos de los regímenes totalitarios. "Primero fueron los pastabásicos, pero no me importó, porque yo no consumía...". Así empezó el Gulag. Tiene que haber otro modo.

Desde que estalló el tema de la pasta base NADA (o casi) se ha hecho con algún sentido al respecto, especialmente en el Estado. En general, lo único que hay es internación (libre o compulsiva, tanto da) y luego, a casita; y eso es como sacar peces del Pantanoso, llevarlos a un estanque, lavarlos, alimentarlos, curarlos (por fuera) un mes y luego... de vuelta al Pantanoso.

Cuando asumió el Frente, le llevé un proyecto completo a la Junta de Drogas, de la mano de una micro ONG de vecinos y familiares afectados. Cero pelota, "el problema acá es el alcohol" nos dijeron el hoy Embajador Romani y compañia. Hace algo más de un año, lo llevé (de regalo y sin compromiso alguno) al Ministerio del Interior, al MSP, al INAU y al Patronato de encarcelados y liberados. Se limpiaron el culo con él.

Leyendo lo que piensan hacer, digo (con todo respeto): no tienen idea de lo que se trata. Piensan que una adicción es como una neumonía. Sin desintoxicación, si, pero TAMBIÉN Y FUNDAMENTALMENTE sin desarrollo personal externo e interior y re tejido de la red afectiva y social, no hay cura posible. El problema no es que se droguen sino por qué y, sobre todo, no sustituir una droga por otra

Además, y como siempre, primero la libertad y su melliza siamesa, la responsabilidad: no hay cura sin voluntad. Nadie te puede ayudar si no empezás por querer salir.

Y, si querés salir, la internación ya no es compulsiva sino voluntaria y ahí se acabaron mis dudas. Las filosóficas, digo: las terapéuticas sobreviven completitas.


Vamo arriba, Pepe, que se puede. Hay que abrir las orejas y cerrar la boca.


No hay comentarios.: