viernes, 29 de junio de 2012

Al parecer está confirmada la exclusión temporal de Paraguay del MERCOSUR, y la excusa es la destitución del Presidente Lugo por el Parlamento de ese país.

Hay unos cuantos detalles preocupantes en la decisión, el primero de los cuales es la obvia similitud, ahora política, entre esta Triple Alianza pseudo progresista y la que, para eterna ignominia de los perpetradores, destruyó al país más moderno de la época. (Quien tenga alguna duda, lea “El Napoleón del Plata” y después me cuenta).

Pero eso, siendo feo, es anecdótico.

Mucho más feo es saber que ninguno de nuestros Ejecutivos conoce, obviamente, algunos aspectos medulares de la política, sea esta local o internacional; aunque continuamente los menten.

No conocen el Principio de NO intervención. No conocen la republicanísima división de poderes, ni la esencial representatividad ABSOLUTA de los Parlamentos, cuya legitimidad es manifiestamente superior a la de los Ejecutivos, apenas representantes de, en el mejor de los casos, medio país. No conocen la Constitución paraguaya ni sus reglamentos de Juicio político..No conocen letra ni espíritu de la cláusula democrática del MERCOSUR.

La suma a la patota defenestradora de gobernantes tan democráticos como los dirigidos por Micomandante Chávez, Matadiarios Correa, Apaleacampesinos Morales, o el Tiranosaurius Rex de los dictadores del mundo, poco ayuda desde el punto de vista de la cultura general y democrática; si bien suma desvergüenza, capacidad de atropello, mojito, coca y petróleo (o su ausencia) al aquelarre intervencionista disquierdoso. (Se me escapa el porqué del apoyo de mi casi pariente colombiano; otrora tan machito (con m y con f) y tan Compañero desde que agarró la teta. Otro panqueque, y van…).

No sé (ni me importa) qué hizo Lugo, además de pasarse despreocupadamente a medio Paraguay por el santificado sable, con múltiple y bípedo resultado o nombrar unos Ministros tales que prohijaron la matanza del otro día. Sólo sé que un Parlamento electo utilizó, a la velocidad que se le antojó, un procedimiento de Juicio político totalmente legal; que, al igual que el nuestro, no está regulado por los procedimientos ni los tiempos de la Justicia ordinaria.

Procedimiento que, además, cuenta con el respaldo nada menos que del Supremo Tribunal Electoral, el Poder Judicial y el pueblo paraguayo (que está tranquilo en su casa y no dando vuelta el país como debería y sabe, si los hechos fueran como dicen los cacarecos mal emplumados de la UNA (y MIERDO) SUR). TComo también (y no es nada menor) con el apoyo de gobiernos serios de América y Europa, que no miden sus acciones en ideología o costo beneficio político sino con la regla de los principios, como Canadá y Alemania, por nombrar dos.

No tiene, en cambio (¡oh, cielos, qué horror) el respaldo de una caterva de degenerados políticos, una masa informe de tiranos, tiranuelos, la mayoría otrora alzados en armas, cómplices enriquecidos de aquellos y cabriolescos surfistas de la ola pos crisis del 2000; devenidos en ejemplos por el absurdo de la falsedad de la teoría de la superioridad moral e intelectual de la Izquierda. Boomerang del cántico de barricada de los 70’s, cabe hoy preguntarse: Si esto es la Izquierda , la Izquierda ¿dónde está?

En la paupérrima dimensión de mis posibilidades, quiero desde aquí decir a mis hermanos de Paraguay de toda confesión política o sin ella, Liberales, Febreristas, Radicales, Convergentes socialistas, Luguistas, Demócratas cristianos no fornicadores, Colorados, etc. que la gran mayoría de los Orientales no somos ingratos, traidores, sumisos, desmemoriados ni ignorantes, como nuestros ocasionales gobernantes.

Y que estamos tan desolados como ellos ante la burda maniobra que los excluye ilegítimamente de su bien ganado sitial de pueblo libre, democrático y, en la libérrima búsqueda de un destino cada día mejor, digno de todo nuestro respeto, respaldo y solidaridad.

Puede que los "Triplealiancistas +" del Siglo XXI, por un tiempo, venzan. Es seguro que no convencerán ni prevalecerán en el futuro.

No tienen razón ni nada noble los inspira.

miércoles, 20 de junio de 2012

¿Nunca más marihuana ilegal, dijo, abuelo? Tomá pa vos...

Para ser sincero, como siempre, no escuché al Presidente. Estoy harto de ilusionarme cuando habla sobrio y calentarme cuando Baco habla por su Boca, harto de no saber cuál es el que me habla, si el abuelo canchero, el frío y calculador asaltante del sistema democrático, el componedor, el desesperado, el déspota...

No me gusta que el Presidente me hable con parábolas: eso es para los elegidos. No me gusta que me hable como abuelo: no le pago para eso. En realidad me gustaría que hablara menos y su Administración consiguiera más resultados. Verán que no digo "hiciera más": hay veces que, al revés del que nos dice que algún día nos vamos a avivar, cuanto más vendés, más perdés.

Quiero dejar sentado mi respaldo a alguna de las medidas que, según la Prensa, insinuó el Presidente.

No hay nada mejor que reconocer la realidad y, así sea siete años tarde, darse cuenta que hay que hacer más por la Seguridad, aunque los dientes ideológicos rechinen.

Como verá, vengo en una buena, así que no se ofenda, don Presi, pero no sea nabo. Saque esas restricciones de cantidad, registro, monopolio estatal e impuestos de la venta de marihuana. Si los jode mucho, es más cara o no les alcanza, la van a comprar en la boca.

Para esto y para todo: No hay nada mejor que la libertad, especialmente cuando el control se demuestra tan pobre en logros positivos y tan rico en fracasos y enriquecimiento de los corruptos.

Respecto de la internación compulsiva: padezco a diario el hartazgo, el dolor de no poder salir sin mirar para atrás, adelante y los costados cuatro veces por cuadra, así como, allá en la víscera, la alerta liberal. La medida en sí, aislada, podría ser bienvenida y "no tan grave", pero se parece mucho a elementos característicos de los regímenes totalitarios. "Primero fueron los pastabásicos, pero no me importó, porque yo no consumía...". Así empezó el Gulag. Tiene que haber otro modo.

Desde que estalló el tema de la pasta base NADA (o casi) se ha hecho con algún sentido al respecto, especialmente en el Estado. En general, lo único que hay es internación (libre o compulsiva, tanto da) y luego, a casita; y eso es como sacar peces del Pantanoso, llevarlos a un estanque, lavarlos, alimentarlos, curarlos (por fuera) un mes y luego... de vuelta al Pantanoso.

Cuando asumió el Frente, le llevé un proyecto completo a la Junta de Drogas, de la mano de una micro ONG de vecinos y familiares afectados. Cero pelota, "el problema acá es el alcohol" nos dijeron el hoy Embajador Romani y compañia. Hace algo más de un año, lo llevé (de regalo y sin compromiso alguno) al Ministerio del Interior, al MSP, al INAU y al Patronato de encarcelados y liberados. Se limpiaron el culo con él.

Leyendo lo que piensan hacer, digo (con todo respeto): no tienen idea de lo que se trata. Piensan que una adicción es como una neumonía. Sin desintoxicación, si, pero TAMBIÉN Y FUNDAMENTALMENTE sin desarrollo personal externo e interior y re tejido de la red afectiva y social, no hay cura posible. El problema no es que se droguen sino por qué y, sobre todo, no sustituir una droga por otra

Además, y como siempre, primero la libertad y su melliza siamesa, la responsabilidad: no hay cura sin voluntad. Nadie te puede ayudar si no empezás por querer salir.

Y, si querés salir, la internación ya no es compulsiva sino voluntaria y ahí se acabaron mis dudas. Las filosóficas, digo: las terapéuticas sobreviven completitas.


Vamo arriba, Pepe, que se puede. Hay que abrir las orejas y cerrar la boca.


sábado, 16 de junio de 2012

Hoy es 16 de junio

Efectivamente, lo es. La respuesta de muchos, probablemente sea "Sí. ¿Y?” Los bolsos juegan otra final robada, haga lo que haga ningún Ministro caerá, mañana es diecisiete...

El sábado 16 de junio de 1984 fue, desde mi punto de vista, un día clave para el país. Ese día, regresó de su exilio el Sr. Wilson Ferreira Aldunate, y cada uno seguramente tiene una opinión al respecto y sobre él. O no, pero el tema no es ese.

La tarde anterior, caminando por el Centro, había visto pasar jeeps con ametralladoras de combate empuñadas por soldados de pie, seguidas por camiones de tropas, tanquetas y tanques. Iban a tomar posición en la zona portuaria.


Nunca he sido demasiado valiente, pero ese vano intento amedrentador sólo consiguió despertar en mí una rebeldía final, arrinconada hasta entonces por el miedo.

"Otra vez, no", sentí que me decía "esa" voz que todos alguna vez escuchamos dentro.

"Una vez, ya no salimos a la calle, pero ahora ya sabemos cómo es vivir en el terror. Si no se van, ya no importa. Tiene razón Juan Chahuanco: para vivir como vives mejor no morir de viejo". A esa altura tenía casi 30 años, y una hija de tres. Ambas cosas también me empujaban. Al miedo y a la decisión.

Esa noche no dormí. Reuní todo el (poco) coraje que uno encuentra después de vivir once años con miedo y -muy tempranito- me fui para Agraciada y Nueva York, en la zona donde se suponía nos reuniríamos con otros locos como yo, para manifestar.


Era una hermosa mañana y el panorama, desolador. Unos puñaditos de gente que más evidenciaba su candor que su práctica militante o de lucha callejera, exhibía una modesta y decorosísima decisión sólo superada por su terrible indefensión y falta de condiciones para enfrentar lo que se venía.


Alcanza recordar que por entonces la represión había recrudecido, en directa proporción con la expresión cada vez más inocultable de que la gente estaba harta de los militares. Un tiempito antes, en la feria de Tristán Narvaja le habían pegado a todo el mundo: no se salvaron ni las viejas con la chismosa en la mano, los puesteros. Nadie.


Ahora, habían sacado los tanques. Los granaderos estaban prontos como siempre, y cerca como nunca. Frente a ellos, esperando, con la mansa decisión del que sabe que tiene razón, poco para perder y mucho para ganar, mujeres de tacos altos y cartera, veteranos heroicos (entre los que recuerdo nítidamente a Maneco Flores Mora, por entonces ya herido de muerte por la enfermedad, pero con el alma y la pluma en flor) y unos cientos de nosotros.


Los helicópteros sobrevolaban continuamente la zona, a baja altura, aturdiéndonos con ese sonido característico, para siempre asociado al genocidio de Vietnam, al de Afganistán, y a tantas otras gestas brutales en contra de los pueblos del mundo.


Como a las once y media de la mañana, una columna impresionante de militantes de Izquierda, que habían decidido reunirse detrás del Palacio Legislativo, se reunió con el ya no tan pequeño grupo inicial, confundiéndose en el apretado abrazo de un pueblo que sabe qué es importante y qué no; tan característico de aquella época, hoy tan penosamente lejano.

No pasó nada. Éramos demasiados como para reprimirnos. Wilson fue preso, sus acompañantes cada uno para su casa, y al sábado siguió el domingo.


Pero ya nada sería igual. Aquel glorioso (hoy olvidado) día, un montón de uruguayos le habíamos dicho a los militares, pacífica y decididamente, que la cosa no daba para más. Que ya no había nada que ellos pudieran hacer, más que volver en silencio al lugar de donde nunca debieron salir.


Desde entonces tengo la sensación de que hay un día color corazón que falta en el almanaque, pero probablemente está en el alma de algunos de nosotros mucho más que otros que sí son festivos (al menos en el almanaque).


Para este peladito, el 16 de junio es el Día de la Dignidad; y si fuera feriado, debería estar destinado a conmemorar y volver a disfrutar de algo que hicimos entre todos: recuperar el control de nuestra vida como nación.


No dejo de soñar que vuelvan a nuestra alma la alegría, la esperanza, la tolerancia y la claridad que supimos exhibir entonces.


SAVAP

Eldo Lappe