martes, 10 de abril de 2012

Que así sea, Macarena

(*) Acabo de escuchar que los Presidentes Sanguinetti, Lacalle y Batlle no han de concurrir al acto en el que el Ejecutivo, diz que en nombre del Estado ha de dar cumplimiento, según expresa, a la Sentencia de la Corte Interamericana de Derechos Humanos sobre el caso Gelman. Como, según Bluntschli, el Estado es la personificación de un pueblo, lo del título. Pero de eso ya hablé hace unos días, cuando el Ejecutivo empezó a darle notoriedad a este asunto.

En mi lectura del texto de dicha Sentencia (adjunto) no encontré una sola palabra que remitiera a la obligación del famoso perdón (al parecer caído por el camino) ni tampoco una solicitud expresa al respecto de parte de los demandantes. Incluso aporté en su oportunidad la opinión negativa de la propia Macarena al respecto, por lo cual doy por buena y reitero mi aseveración de que el Presidente es más papista que el Papa, y celebro la exclusión del tema de la Agenda.

Sobre los aspecto jurídicos de la Sentencia, no puedo ni debo opinar, pero hay cosas que llaman la atención acerca de la obnubilación voluntarista y el sesgo de realismo mágico que aqueja a sus redactores, que indican una y otra vez que el Estado uruguayo debe garantizar una investigación exitosa del caso (lo cual es más o menos como pedirle al Gobierno que asegure el buen tiempo en la Semana de Turismo); cosa que hace tras asegurar que la Sra. María Claudia García Irureta Goyena habría de finalizar con éxito sus estudios universitarios y que habría de ganar mucho dinero porque había estudiado filosofía (Daño material, numeral 47). Perla de este collar de irracionalidad, y que Ahora bien: la sentencia obliga a la realización de un acto público según lo señalado en el párrafo 266, lo cual es toda una novedad para mí, ya que la Sentencia tiene 243 párrafos. Imagino que la férrea disciplina y apego a las normas y procedimientos característicos del Sr. presidente y sus acólitos les haya llevado a extremar el respeto por los derechos de los demandantes y por ello decidido realizar la ceremonia en el Palacio Legislativo. Sin embargo, los demandantes se habían inclinado por que tal cosa sucediera en la sede del SID (imagino que Servicio de información y Defensa, que hasta donde yo sé funcionaba en Luis Alberto de Herrera y Monte Caseros, pero puede que también en Bulevar y Palmar, donde supo estar el CALEN).


Creo que todo esto es un gran mamarracho donde, sin obligación constitucional, se cumple a rajatabla el mandato de una Sentencia de un caso en el que la parte demandada no opuso la menor resistencia jurídica en abierto reconocimiento de la posición política del Ejecutivo actuante pero no del mandato del Soberano. No soy yo quién para enseñarle nada a ningún abogado, pero si éstos sólo defendieran a personas a las que consideran inocentes o cuyos argumentos comparten, muy otra sería la realidad. Ello en el ámbito privado, qué decir de la defensa del Interés Público por encima de la ideología o gusto político de los Defensores.


Pero no sólo se lo cumple a rajatabla sino que se desconoce el deseo de los demandantes y se pretende dar un marco institucional por asimilación que dé la sensación de que el país todo representado por dos de sus poderes y con la presencia de figuras emblemáticas de todo el espectro político convalide el mamarracho caprichoso y que persevera en desconocer responsabilidades propias, en no señalar la injusticia implícita en que sólo se obligue por estos juristas presuntamente ecuánimes pero enfermos de una visión hemipléjica de la Historia, a recordar a los muertos por la dictadura; que son bastante menos que las víctimas de la guerrilla integrada por los hoy contritos para un lado sólo.


Agradezco a los Señores Presidentes citados su no comparecencia. Con o sin ella no me sentiría representado en este circo, pero me alivia saber que no estarán allí para convalidar esto.


Desconozco si Macarena Gelman aceptará o se agraviará con este uso y abuso que se hace de su triunfo sin oposición en la OEA, nuevo capítulo (uno más) de la repugnante serie de actos de aprovechamiento político electoral de una parte de la desgraciada acción del menos asesino de los bandos asesinos de la Historia reciente de nuestro país. En cualquier caso, quisiera extenderle mi afecto y solidaridad por su sufrimiento personal. De sus actos políticos, nada diré: cada uno es libre de poner su desgracia al servicio de la causa en la que cree o dejarla en el lugar que, modestamente, creo debe permanecer; que es en el fondo del corazón, lugar donde, de así proponérselo, alguna vez sanará.


Que así sea, Macarena.


https://docs.google.com/document/d/1KE5fjFxAGM-cMArtHKFv7KXxUzDiyxd9KNHw15L1Lk0/edit?hl=en&pli=1

(*) 21 de marzo de 2012

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