Hace hoy exactamente 40 años, la enfermedad ideológica produjo su máximo estallido en Uruguay; y la revancha salvaje no se hizo esperar. Mi corazón, mi cerebro y mi orgullo de Oriental tienen hoy la bandera a media asta.
Con la excusa de que era la hora de hacer la Revolución, miles de uruguayos de todas las clases sociales habían sido conducidos a organizar un aparato político militar clandestino, por parte de un grupo de fanáticos que no hicieron otra cosa que llevarlos, a algunos pocos, al matadero, a todos a la feroz represión que amerita un movimiento alzado contra las Instituciones, a la cárcel, al exilio y (a quienes no hicieron su autocrítica) a décadas de vivir en el escarnio de ver cómo todo por lo que lucharon se mostró falso e inviable y el terminar (encaramados en el poder de las instituciones que tanto despreciaron, agraviaron y atacaron) secuestrando, torturando y asesinando, también, a la verdad; por la vía de construir una Historia mentirosa, que repiten al estilo goebbeliano y, peor de peores, le están enseñando a los gurises con total desvergüenza y la ilusión de que la Historia, así, los absuelva. Vana ilusión.
Con la excusa de la matanza tupamara, los militares organizaron otra; con la eficiencia que por entonces les caracterizaba. Ambos actores se llevaban de lujo , mantenían una correcta relación de enemigos de guerra, civilizadas comunicaciones, etc; lo cual no les impidió someternos a esta barbaridad; primer escalón de la derrota militar del supuestamente invencible MLN, de la trepada de los militares hacia la mejor consideración pública que han tenido en cien años y, lamentablemente, a su auto asignado destino político.
No hubo sólo dos demonios, es verdad, pero tampoco todos fuimos culpables y estos dos, claramente, fueron los dos más grandes responsables de una sangría y un dolor que aún no cierran, por vocación de algunos y conveniencia política de otros.
Yo estuve ahí, tenía diecisés años ese día y, menos de una semana después fui sacado de mi casa junto a mi padre, entre ametralladoras y esposados, en cumplimiento de un allanamiento individualizado en nuestra contra y la de algunos familiares más. Contrariamente a lo que ello pudiera indicar digo, con profundo dolor, que quien quiera conocer mi testimonio de lo que realmente pasó (no mi opinión ni la porquería hemiplégica que publica u oculta la Prensa, y pongo una muestra) no tiene más que pedirlo.
Me podrán haber robado el país en que creí y crecí, pero no la memoria.
http://www.lr21.com.uy/comunidad/1032826-hoy-cumplidos-40-anos-la-mayoria-de-los-uruguayos-vivos-no-habia-nacido-el-viernes-14-de-abril-de-1972#utm_source=emailmarketing&utm_medium=email&utm_campaign=newsletter
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