... Tenés que dejar el alma y el corazón, tenés que dejarlo todo por Peñarol,
y ya verás...
La Copa Libertadores no era mi obsesión, como cantan los gurises.
Tengo 55 años y he sido privilegiado testigo (nosotros no éramos actores como, ahora, sí la tribuna) del mayor esplendor de la historia deportiva profesional del país. Cinco Libertadores, tres Inter, dos quinquenios, yo qué sé cuántos uruguayos y clásicos... No todo fue miel y hojuelas, pero...¿quién se acuerda?
Sin embargo, la insistencia de la botijada me puso sobre la pista de que no era sólo un tema de rima o de fervor cantado sino una necesidad de vivir (vivenciar dicen ahora, pero está mal) la experiencia de estar en lo más alto; esa que aún les faltaba.
Allí estamos. Lo vengo diciendo hace varios partidos, y viene de confirmármelo "la Vale" (hija menor de mi Compa), que anoche, mientras saboreaba yo el amargo dulzor de perder "a lo Peñarol" me escribió:
"Nunca en mi vida había visto jugar a Peñarol una final de la Libertadores. No puedo pedir más. Ví a mi cuadro meter huevo por la Sexta, en un partido muy difícil, grité un gol en una Final y estuve a un pasito de ser el mejor de América. Inexplicable la diferencia, acostumbrada a gritar goles contra Nacional, Defensor, Danubio, River.. Vivir todo esto es lo más lindo que me regaló Peñarol. Le festejamos quedar cuarto a Uruguay,ahora, fiesta Carbonera. POBRES LOS QUE NO LO SIENTAN".
Queda poco por decir ¿verdad? como no sea:
Si es así, no es tan malo perder.
Cumplieron.
Jugaron. Pusieron. Dejaron todo por Peñarol.
No alcanzó.
No importa: nunca es tu culpa que el otro sea mejor.
Volvé a tu casa, cuando quieras.
Yo, cada día te quiero más.
SAVAP
Eldo Lappe
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