viernes, 3 de febrero de 2012

La increíble y triste historia del cándido Eldo y la política desalmada

A mis 16 yo era frenteamplista. En realidad era como una especie de promitente frenteamplista: aunque no podía votar, militaba, hablaba con olor a pólvora, sabía todo, muy especialmente quiénes eran los malos y quiénes los buenos (nosotros, por supuesto).

Es que no había otra: Pacheco reinaba, el Partido Colorado se quebraba bajo el peso de 90 años de gobierno, ahogado por la tenaza sindical guerrillera/derechista. Los blancos reunían a Wilson, Aguerrondo y, en el medio, a todo el que sumara un voto. ¿Que iba a ser un pibe hijo de gente de laburo venida un poquito a más, honesta, solidaria y progresista?

A mí me jodía bastante el asunto de los bolches y los tupas, porque ya entonces tenía claro el valor de la libertad y el peligro de los iluminados. Aún recuerdo el lugar y el momento en que tomé la decisión de no integrarme al MLN, cuya romántica aura tuvo lo suyo para mi sensibilidad solidaria y libertaria. Pero... peores eran los otros, que sólo se juntaban para sumar votos y joder al Pueblo.

A partir de 1973 y hasta 1982, mantuve la posición de luchar en la medida de mis pobres posibilidades (más o menos las mismas que todo el mundo aunque, si escuchás a algunos, parece que hubo gente que luchó pila, que prácticamente obligó a los militares a entregar el poder. Yo no me acuerdo que haya sido así, pero sí de que era poquito lo que podíamos hacer de verdad). Pegar algún cartelito, cantar alguna canción, colaborar con los familiares de los presos, fundar algún grupo de teatro, alguna murguita contestataria que cantaba bobadas con doble intención, ir al cantopopu, hacer como que militábamos... Digo entre el 73 y el 80: el Plebiscito sí que descolocó a los verdes, recién ahí la cosa cambió.

En 1982 vi la posibilidad de militar políticamente en la construcción de la salida hacia la democracia y me afilié a la CBI; con lo que automáticamente perdí el saludo de la mitad o más de las personas con las que había compartido diez años de lucha. Por suerte estaba de moda aquél cartelito tan chongo que decía "Al perderte yo a ti... pero al perderme tú a mí"... ¿lo conoces? Le venía de perillas a mi Ego.

De los seis años que milité allí, los últimos cuatro (y los diez restantes durante los cuales, ya desafiliado del Partido, me dediqué a tratar de incidir sobrer la realidad (colaborando a la construcción del Ministerio de Turismo) fueron terribles respecto de la crítica salvaje que el Frente orgánicamente, sus Medios y militantes ejercieron sobre todo aquello que intentamos. Lo bueno, lo regular y lo malo: siempre no.

Ayer tuve que escuchar al Señor Presidente de la República quejarse de que la Prensa sólo le publica las noticias malas y qué se yo: todo el mundo lo vio y escuchó, no lo voy a repetir.

No se a vos, pero a mí me explotaron, juntas, la bronca ante el desparpajo y la pregunta: ¿Y quién le enseñó a ser así? Vos y los tuyos, Pepe. Me lo enseñaron a mí en los 60 y 70, se lo enseñaron a todos los que les prestaron oídos desde siempre hasta hoy; y ahora el invento les termina reventando en la jeta. Como a Monsieur Guillotin.

Si alguien opina que exagero, con sólo presentarme tres ejemplos de iniciativas del gobierno aplaudidas públicamente por el Frente en cada Administración de cinco años en las que fue oposición entre 1971 y la fecha (además de declaraciones públicas orgánicas, vale citar columnas y notas de su prensa lacaya) y yo me desdigo públicamente y dejo de escribir para siempre.

Como soy un tipo que no se cierra, en 2005 (cuando la violación era inminente) me relajé, le puse unas fichas a la esperanza y los voté. Una vez más, como en el 82 al afiliarme a la CBI, convencido de actuar bien, con la mejor intención; los ojos brillando de olvido y la ilusión en lugar de la lanza. Una vez más, Experiencia derrotó a Esperanza.

El motivo de esta columna no era ese, pero era necesario relatarlo porque siempre hay gente nueva leyendo.

Lo que pasó es que legó a mí el artículo que adjunto y fue la de Dios es grande en mi alma y estómago. Por eso quise hablar lo más fuerte posible de la penosa confesión pública de prostitución electoral del Frente Amplio; cuya máxima figura Y PRESIDENTE DE LA REPÚBLICA (de todos, favor recordar) dice a quien quiera escucharle "...que hay que hacer algo en la Enseñanza para que el Frente llegue bien al 2014".

Estuve a punto de escribir con todas las letras la puteada que me salió del fondo del corazón. Decidí que mejor no: que ellos hayan decidido arrastrarse, es cosa de ellos; yo no me rebajo. Pero sé lo que sentí y siento; y que ganas no me faltan.

Reflexiono, asqueado: ¿así que el mierdero en que han convertido a la Enseñanza 26 años de gobiernos civiles (más los doce militares y paro la cuenta retroactiva), esa máquina de castigar a los pobres (y de generar más) hija de la inoperancia e incapacidad de la mayoría de los Consejos de 1985 para acá (la excepción de Rama y Cia. confirma la regla) y de la oposición salvaje de los sindicatos fascistas de la Enseñanza ante ajenos primero y propios después (pese a la notoria filiación frentista de todos sus dirigentes) sólo les motiva a actuar para no estar tan mal electoralmente en 2014..? Puede que el calor ayude, pero saberlo de sus labios es algo que me lleva a la náusea definitiva.

En 1990 dije por primera vez que son el partido tradicional más tradicional del Uruguay, el más contradictorio, el más mentiroso. Ahora, agrego, el que más me ha decepcionado. Se los comió la máquina. De revolución al revolcón (en el chiquero poderil) median unas letras perdidas, cuarenta y un años de vida política y siete de Gobierno.

¿Dónde se quedan ahora las cosas que me/nos decían cuando eran oposición? Los otros tienen, al menos, la disculpa de que (según ustedes) son los malos. Ahora resulta que los buenos hacen lo mismo por lo que los reputearon, pero está bien y hay que seguir votándolos. ¿En serio?

Hace un tiempo me prometí no volver a tratar estos temas, no porque no valga la pena pensar y tratar de hacer algo para que la política mejore y se vuelva Política, sino porque es inútil: hagan lo que hagan Gobierno y Oposición, diga lo que diga yo, nadie cambiará su voto y todo seguirá más o menos igual; y el país degradándose, abotagado a veces por la pobreza y otras por el desenfreno del consumismo culpable.

Por última vez, ahora sí, insisto y te pregunto ¿es así?

¿Vas a seguir permitiendo que hagan esto con tu ilusión, hermano de utopía?

Yo no.

Nunca más.

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