El Dr. Vázquez siempre me desconcertó. ¡Que tipo tan especial!.
Nunca quiso ser candidato pero siempre lo fue, sabe cómo hacerlo y puede volver a hacerlo. Tiene, siempre, la palabra precisa, la sonrisa perfecta, el tono pastoral que convierte en mansa majada a la arisca y atea tropilla izquierdosa (y no sólo). Disfruta de la rara capacidad de prestidigitar conceptos y dejar conformes a todos; diciendo a cada uno lo que quiere escuchar. Es el number one, no hay caso. Cada tanto, incluso, recibe el premio de hacer lo que se le antoja, como con el veto del aborto o cuando afirmó que su propio candidato a sucederlo es un estúpido; sin despeinarse, recibir críticas públicas por ello ni perder puntos importantes en la consideración popular.
Debe tener algo que ver con la habilidad de ser, a la vez, creyente, marxista, leninista y masón, para desconcierto de los que algo habíamos leído de Historia, Religión y Filosofía. O la de, siendo marxista leninista, durante doce años conseguir pasar inadvertido a los férreos controles ABC y ocupar cargos en la maquinaria estatal durante la dictadura.
Sobre tan extraordinaria base y trayectoria re-fundó la Escuela de Administración Pública basada en la filosofía “Dar todo sin pedir nada”; comportamiento fundamental, como muchas madres saben, para convertir a cualquier persona en adicta. Y un sindicato es una persona jurídica ¿no?
Administró así nomás la Intendencia, le arrancó un brazo al General Seregni y, pese (o gracias) a todo lo anterior, fue determinante para que el Frente ganara las elecciones en 2004 y 2009.
Oportunamente (?) consultado por un diz que periodista acerca de su eventual candidatura en 2014, dijo uno de los disparates más grandes que se ha escuchado en años (algo así como “voy a ser candidato si la Biología me lo permite” y nadie dijo nada.
La Biología es la ciencia que trata de los seres vivos, y mal puede permitir o prohibirle nada al Dr. Vázquez (por especial que se sienta) ni a nadie en este mundo. Un científico, alto jerarca político, de la Hermandad y de Progreso, no puede permitirse semejante pelotazo. Interpreto, benignamente, que lo soltó queriendo decir que el Tiempo pasa, nos vamos poniendo viejos, menos capaces, rápidos, fuertes, abiertos al cambio y la renovación… Y pienso: como si eso tuviera alguna importancia en nuestra benemérita la gerontocracia republicana.
Todo esto es historia vieja, así que puede el lector extrañarse de que lo menee, cuando tal vez lo mejor para mi tranquilidad y posibilidades de ocupación rentada sería no meneallo. El tema es que ahora se le dio por ir a hacer un discurso en el cumpleaños del Comité al que está afiliado y me tocó la sensibilidad más honda con la penúltima frase que analizaré.
Según leo en la Prensa, el ex Presidente entiende que “Existen derechos que no se pueden poner bajo discusión por ningún Gobierno. Acá en Uruguay no se tendría que poner en discusión que quienes cometieron delitos de lesa humanidad fueran declarados inimputables … Cuando fui Presidente no tuve más remedio que aplicar la ley de Caducidad y la aplicamos interpretándola de manera correcta , por eso están presos quienes están presos…”.
Totalmente de acuerdo, Doctor. Me extraña que deba este modesto escribidor explicarle que quienes cometieron delitos de lesa humanidad quedaron exceptuados a texto expreso de los beneficios de la Ley de Caducidad, y no consigo ver de qué inimputabilidad habla, a la luz de conocer (y leer, en sus propias palabras) de los procesamientos producidos durante su mandato.
Ahora, ¿en qué quedamos? ¿Son inimputables y no los procesamos o no lo son y la Ley funciona bien en manos de quien la aplica bien? Primer favor que le pido y serán varios: póngase de acuerdo consigo mismo antes de hablar públicamente. Como quedó demostrado hace unos párrafos, muchos le perdonan los gazapos, pero no todos somos tan sobones.
Siguió diciendo el Dr. Vázquez ante su entusiasta audiencia: “Y como el Frente Amplio pone como condición que quienes estemos en el Gobierno respetemos la Constitución y la Ley, la tuvimos que respetar. La interpretamos como debía ser interpretada. Siempre estuve en contra de esta Ley, cuando estuve en el Gobierno porque mañana me van a decir que él la aplicó, claro porque existía la ley y porque había que respetar la Constitución y la ley, toda”. Ni Mario Moreno lo hubiera dicho mejor, pero se entiende.
Lamento contradecirle, Doctor, pero son la Constitución, la Ley y la Moral pública las que imponen ese respeto a los gobernantes, no el Frente Amplio.
Por otra parte, llama la atención que –para poder seguir haciendo lo que tan bien se venía haciendo en relación al juzgamiento de presuntos responsables de violaciones de los derechos humanos- se recurra nada menos que a violar la Constitución en forma flagrante, como bien han señalado los Compañeros Fernández Huidobro, Nin y Saravia, además del resto del país político. Puede que un clavo se saque con otro, pero no sin dejar marcas. Coincidiendo con ellos, afirmo: no se debe remediar la tan mentada inconstitucionalidad que significa el recorte de potestades al Poder Judicial por la vía de recortarle potestades obligándolo a una única interpretación. Máxime si se agrega graciosamente la violación del fundamental principio de no retroactividad de la Ley. En el 86' había un riesgo cierto o estimado de índole institucional que puede ayudar a entender la flexibilidad de la consideración popular en dos oportunidades, ante el comportamiento poco apegado a la Carta Magna. Nada de ello sucede en el presente, y autoriza la necesaria rigidez al respecto.
Volviendo al discurso: me cuesta comprender qué cambió respecto de la mentada obligación de cumplir la Ley. El gobierno es del mismo partido y la Constitución no alberga, por gracia soberana, ninguno de los engendros que se pretendió agregarle; o sea que también es la misma que nos regía durante su glorioso quinquenio.Debe ser que soy muy burro, pero no entiendo por qué el cambio.
Dejé para el final una frase muy breve, que fue en realidad la que me indignó al punto de doler y me obligó a esta irrupción tan destemplada . “… el tema derechos humanos no se puede dejar librado a las mayorías…”
Ah no, Doctor, esta no pasa. ¿Quién carajo se cree que es usted para decir que hay algo que no queda librado a la decisión de las mayorías? ¿Luis XIV? L’Etat n’est pas vous, Monsieur l’ex President, por bien peinado y posicionado en las encuestas que esté.
En una de esas la Biología le hizo olvidar que este pequeño país al oriente del río que caracolea es una República constituida alrededor de un texto muy toqueteado que, en su Capítulo 2, Art. 4 dice: “La soberanía en toda su plenitud existe radicalmente en la Nación, a la que compete el derecho exclusivo de establecer sus leyes…”. Dice las leyes. Todas, no las que le gustan al Dr. Vázquez y sus amiguitos. ¿Vio?
También dice en su Sección 4, Art. 82: “La Nación adopta para su Gobierno la forma democrática republicana. Su soberanía será ejercida directamente por el Cuerpo Electoral en los casos de elección, iniciativa y referéndum, e indirectamente por los Poderes representativos que establece esta Constitución…”.
O sea que, expresada la voluntad del Soberano en forma directa, mal puede considerarse lícito (no ya ético, porque sabemos que de eso poco se habla en el ambiente) que una decisión de los representantes indirectos modifique una del representado, ya que nadie puede ejercer mejor la representación de alguien que él mismo. Ergo: el soberano ya habló. A callar mandan: ¿Es tan difícil de entender? No tanto, pero se ve que para quienes no tienen unas convicciones democráticas demasiado firmes, es difícil de aceptar. Acate usted el mandato popular como acato yo el que me encajó un Parlamento con una mayoría mínima en número pero brutal en desempeño.
Es más que claro que tener votos no es sinónimo de tener razón; pero esto es una democracia y, en ella, se hace lo que manda la mayoría. “Guste o no guste, especialmente si no gusta” decía el Presidente Mujica, hace no tanto y hablando de esto mismo. Pero claro, el dice estupideces, no es un iluminado como usted.
Dejando ahora de lado las consideraciones legislativas y éticas, paso al terreno de lo personal y le ruego encarecidamente que no le falte el respeto a la inteligencia de la gente. Puede usted despreciar la de su electorado y sus razones tendrá; pero, por favor, no la de todos.
En 1989 su fuerza política afirmaba que un tema como el de la Ley de Caducidad no se podía dejar en manos de la siempre circunstancial mayoría de un Parlamento. Ahora, tras dos revolcones de democracia directa, me viene con que no se lo puede dejar en manos de la mayoría del pueblo; y que el Parlamento que otrora no servía para manejar tan delicado asunto, ahora que su partido lo maneja como títere (pasando incluso por sobre las convicciones de legisladores propios de la mayor jerarquía) es idóneo para hacerlo aunque ello signifique borrar con el codo lo que el pueblo escribió con letra clara y mano firme hace unos meses nomás.
Déjese de joder, Doctor. Me importa un bledo que ya esté en campaña, que su fuerza política lo necesite en toda la magnitud de su desmemoria o desvergüenza contradictoria; como poco me importa que su estalinismo visceral o sus ínfulas nobiliarias lo convenzan de que tiene derecho a ponerse por encima de la gente.
Para que vea que esto no es personal, lo voy a citar para cerrar: Tomo de su discurso en el Comité Cuaró: “Voy a terminar con palabras de Líber Seregni. Es el pueblo oriental que ha emprendido el camino hacia su futuro y nada ni nadie detendrá a un pueblo decidido, consciente y seguro, que sabe lo que quiere y sabe hacia dónde va”.
Váyase a pescar, Presidente, a ver si en el silencio y la ausencia de alquilones que lo aplauden diga lo que diga, recuerda algo más de lo mucho que le enseñó el Viejo. Por favor: no avergüence su memoria citándolo, nada menos que usted, según convenga. Déjelo tranquilo en la gloria que se ganó, vaya a leer la Constitución y trate de recordar lo que democracia quiere decir gobierno del pueblo. De todo el pueblo, no sólo los suyos.
Este manso, sufrido y manoseado pueblo que sabe bien dónde terminan aquellos de sus pares que se dejan guiar por líderes mesiánicos, autocráticos y escasamente apegados a los mandatos constitucionales y a la ética. En el libre y flexible alfabeto político oriental, no hay lugar para letras raras como la Che ni la K.
SAVAP
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