Le decía ayer a Leonardo Haberkorn (a quien no tengo el gusto de conocer más que por sus publicaciones) que una de las pocas ventajas de tener Historia es poder tener memoria. Y es verdad.
Como lo es que no alcanza con tenerla (hay que ejercerla); como verdad es que una de las también pocas ventajas de no tener Partido es poder ejercerla libremente, sin fijarse en a quién beneficia.
Así pues, lo que puedan decir estos tres personajes que cita el artículo adjunto me tiene completamente sin cuidado.
Michelini: un mentiroso profesional (que me desmienta), redivivo Marqués de las Cabriolas, dueño de un progresismo más retórico que real, eterno errante grupal y partidario tras cada derrota, hoy redondo y acomodado como un cerdo cebado a la sombra del (por él) arruinado prestigio de su apellido; senador con votos ajenos sin aportes memorables; cuya moral política se compra por cinco pesos y hay que pedir vuelto.
Almagro: un tipo que da sentido a la sinergia adjetiva "incompetente, pusilánime e inane", supremo destructor de la Carrera Diplomática y la Política Exterior de Estado, Sancho en Barataria que le grita a (o se mofa de) los periodistas, pero se caga ante un belinún empoderado como Timmerman (otro que, de no haber nacido con apellido ilustre estaría atendiendo un bazar en Avellaneda).
Xavier: maestra del maquillaje ideológico y la flexibilidad conveniente, marxista y leninista que se beneficia de su ocasional asociación con los ingenuos liberales progresistas del Frente para alcanzar un cargo inútil que le cae de medida; pero defiende a capa y espada un sistema totalitario y asesino como el de Cuba. Una feminista que aceptó calladita el Úkase machista de su tonsurado patrón y sigue sin abrir mover un dedo para que, transcurrido medio período del segundo gobierno nacional y popular, se apruebe una Ley que salva vidas y una deuda social inocultable, cuya iniciativa tuvo cuando empezaba su ascendente carrera. Para eso no hay mandato imperativo, para la Rendición sí.
La R la traigo de fuera de la nota: la de Roos, Jaime (alguien que si sólo se dedicara a la música, a animar fiestas privadas a diez mil dólares la actuación y no al alcohol y otros estupefacientes, en una de esas no se metía a hablar de política ni de lo que sucedía en Uruguay durante la Dictadura; período en el que se ausentó por completo del país y viajó alegre y despreocupadamente por el mundo, hasta aterrizar en la confortable Holanda, de la que sólo regresó cuando los giles sacamos las papas del horno) para completar el acrónimo y así poder ver a estos nuevos Hermanos MARX sin gracia ni genio (que más parecen los Larry, Curly, Moe y Joe de la política chiquititita) ejercer su triste oficio.
¿Por qué defienden a Morales? Arriesgo explicaciones:
1) Porque tienen que ser coherentes; y, si idolatran y votan a otro amigo de la dictadura porque ahora es frenteamplista, hay que bancarlo al ViH este contra la embestida baguala de los que decidieron publicar su Biografía real, no la que él mismo pergeñó.
2) Porque les conviene (o les gusta) seguir arrastrándose ante "La Dueña", que ahora es amiga del biografiado porque comparten enemigo; aunque no hace demasiado se odiaban y cruzaban dardos. ¿Incoherencia? Je, je: mire si le va a importar una voltereta ética o política (más) a estos profesionales de la viscosidad política retórica Oriental.
En realidad, confieso: No sé por qué lo hacen, pero sé que no es por defender la verdad.
Ellos podrán decir lo que quieran y allá los que le crean. Yo estuve, ahí y entonces. Yo sé lo que viví. Acá no hay posibilidad de escamotear la verdad y reinventar la Historia como hacen con la reciente, asignándose -como su defendido- roles y heroísmos nunca desempeñados.
Como ya dije ayer, la verdad es una sola: en 1978 un grupo de jóvenes (varios de los cuales hijos de prisioneros de la dictadura, todos de Izquierda, dirigidos artísticamente por un militante comunista, que debíamos presentar cada obra a censura previa y éramos continuamente vigilados por la Policía, le daba con un caño a Víctor Hugo Morales en un couplet de actualidad especialmente dedicado a él; basado no exactamente en la simpatía que generaba la heroica actitud anti militar que dice haber ostentado en relator.
Podrán los cuatro chiflados y toda la troupe de alquilones y principistas de opereta decir que la luna es queso y pretender que la gilada se lo coma. Yo puedo probar lo que digo.
Y digo que ese queso me cae pesado.
Me gusta tu orejanismo, sin mirar el tamaño ni el fuste del adversario, arremnetiendo sin pelos en la lengua "pa decir cuatro verdades"....
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