El caso de los enfermeros me ha confirmado la sensación de que la mayoría de los periodistas ha perdido definitivamente la noción de su responsabilidad como formadores de opinión púbica y estado de ánimo social.
Han prejuzgado desde el primer instante, asociado el caso a supuestos similares macabros y aportado muy poco de la investigación seria y moderación que requiere un caso movilizador de la Sociedad.
Vengo de escuchar las afirmaciones nada menos que de El Espectador, programa En perspectiva, acerca de que se ha extendido a un plazo de cuatro años las investigaciones pues es " desde entonces que venían matando".
Estimados: los acusados ESTÁN SIENDO PROCESADOS por el cargo de Homicidio. No han sido coondenados por la Justicia; y, una y otra vez no han aceptado la acusación señalando su nula intención de matar.
¿Tienen los periodistas pruebas en favor de su tesis? Si las tienen, corriendo al Juzgado. Si no las tienen, pidan disculpas y guarden el ominoso silencio al que deberían estar obligados los hoy devenidos sedicientes y agitadores de la quematina publica de dos personas que, hayan hecho lo que hayan hecho, tienen derecho a un juicio imparcial y justo; a lo que mal colabora el linchamiento público mediático a que han sido sometidos.
Cada vez más asco y miedo. Miedo de caer, algún día, con o sin razón, en estas garras.
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