viernes, 25 de marzo de 2011

25 años de democracia recuperada. De Gobierno a Oposición y de ella a Popósición (y viceversa). Interpretación y propuesta.









Ser oposición es algo raro. Es difícil y fácil a la vez. Doblega. Adormece. Crea adicción. Como el poder, pero sin hacer.


El Siglo XX condenó al Partido Nacional, los minoritarios PDC, UC, marxistas varios, etc. (y luego al Frente popular que reunió a casi todos) a un acostumbramiento a su ejercicio que, especialmente en este último caso, se ha demostrado difícil de abandonar. Los colorados nacieron gobernando y los blancos, cuando les tocó en 1990, hicieron lo que -según ellos- había que hacer. En el acierto o el error, supieron ser Gobierno.

Señaladas que han sido hasta el cansancio las contradicciones entre el discurso opositor que anida en el corazón de algunos grupos del Partido en el gobierno y las palabras (y hechos) de la Administración (las cuales han sido públicamente reconocidas por sus actores mas sensatos) me ocuparé hoy de la otra diz que Oposición: la de ahora.

Habiendo sufrido (en lugar de aprovechar) el alarde de inteligencia estratégica del Gral. Seregni apoyando el Ballotage, tras dos triunfos consecutivos a cuenta exclusiva del peculiar mecanismo es imposible decir que la llegada del Frente Amplio al poder haya tomado por sorpresa a los partidos Colorado y Nacional. Aunque a veces parece que sí.

Si bien el desastroso accionar de las esferas directrices de ambas colectividades fundacionales no daba como para exigir mucho al respecto, la Administración Vázquez disfrutó no sólo de su propia mayoría boba sino de una oposición más declarativa que otra cosa. Alejados de la conducción Jorge y Julio, Generales de la Derrota, insólitamente el Presidente Mujica agrega a ese disfrute el del coqueteo estéril del Dr. Larrañaga, la división del Partido Nacional y las repetidas escaramuzas mediáticas de morondanga entre el Dr. Bordaberry y los mandamás del honorable Directorio. Ni a pedido algo mejor.

La actividad política conjuga múltiples facetas y objetivos, el primero de los cuales es la obtención de la mayor cuota de poder posible y/o la disminución de la del adversario; para lo cual es primordial saber dos cosas: lo que vengo de decir y quién es éste.

No se necesita ser Nostradamus (ni colega del sordo González) para afirmar que, en las actuales circunstancias, es imposible que uno de los partidos opositores venza con votos propios al Frente. Es más: por el momento, es harto poco probable que lo consigan sumándolos, pero da la impresión de que sus líderes ora:

a) no están interesados en ganar

b) no se han dado cuenta de ello

c) no han aprendido nada del doloroso proceso que los llevó del poder como cosa natural a la postración sin miras de amanecer que tristemente ostentan.

Sé que llego tarde para Navidad(*) pero, imbuido del espíritu del niño que me habita (que añora a sus buenos tres Reyes Magos y mira de costado al gordo cocacolero) he decidido tratar de dar una manito; esperanzado en no salir como todo comedido. Aunque no encuentro zapatos, he aquí mi regalo, no muy regio pero sí de corazón. Aportaré primero una modesta observación del fenómeno frentista; que describe la trayectoria inversa, a ver si los fachos que te dije empiezan como los japoneses: copiando bien.

Yendo al análisis, dos preguntas esenciales:

1) ¿Qué es el Frente Amplio?

Con todo respeto, lo defino como la reunión electoral, afectiva e imposible (pero tercamente real) de un montón de moscas atadas por el rabo de:

a) su sensibilidad pretendidamente exclusiva por los temas sociales y el progresismo (pretensión fuertemente ayudada por dos partidos que se presentan sin ala izquierda real desde 1984 a la fecha)

b) su animadversión por los lemas otrora mayoritarios

c) su irrelevancia electoral inicial;

con el insólito piolín de un Programa que habla sobre todo sin decir mucho; salvo en todo aquello que se sabe de antemano no se ha de cumplir pero deja tranquilos a los díscolos cuyos votos siguen siendo necesarios para ganar.

Definido así su exitoso adversario, no alcanzo a ver qué impediría a los partidos fundacionales hacer algo parecido, como no sea su comprobada disposición a descabezar las renovaciones (que vayan en el sentido de la Historia) surgidas en su seno.

2) ¿Qué ha hecho el Frente en estos 25 años para crecer del 21 al 48% del electorado?

No mucho.

a) Llevar adelante un aprovechamiento inteligente de la declinación de sus adversarios por la vía de ocupar su lugar en las zonas socialmente deprimidas y consolidar su hegemonía en Cultura y Enseñanza, a los que transformó (con bastante éxito, aunque relativo entre algunos jóvenes) en cantera electoral.

b) Levantar una candidatura catch all.

c) Dotarla de un discurso ídem, que ilusionó a los que aún ilusionarse pueden y recogió a los hartos del desastre tradicional, inteligente a la interna, puesto en boca de un líder que no lidera mucho en el sentido de la palabra (guía) pero sirve de paraguas, apaga incendios, zurce rajones y hace mimos a los golpeados o díscolos; salvo cuando, ya empoderado, pega él, trata de estúpido o hace privar sus convicciones personales por encima de Programa, Bancada y Congreso, dice a cada uno lo que quiere escuchar y, finalmente, hace lo que quiere.

Ni más ni menos lo que hicieron sus rivales de toda la vida. ¿Es tan difícil de imitar-recordar, Doctores? Claro: una cosa es tener la receta y otra es ser Paul Bocuse.

Aún golpeado, como la bella Cris, ella por la catalana, yo por el escándalo del triunfo (?), tomo el símil boxístico y digo: en esta esquina, el Frente, con Baulito de Vice y Tabaré Iº a Ganador (Si la Biología y permite y los contrarios siguen durmiendo, paga 0,90). Eneeeeesta ooootraesquinaaa, con caaaada veeeeez menos kilos electorales y banderas políiiiticas propias: ¡¡ laaa Pooopóooosicióoooonnnnnnn !!

Suma inorgánica de dos partidos que siguen sin entender que somos muy pocos los que sabemos que Carpintería es algo más que un negocio o una carrera de la UTU, el Cerrito algo más que un barrio, un cuadro de la B y un tabaco barato, que Quinteros no es la Tota, que Aparicio Saravia y José Batlle y Ordóñez son bastante más que dos (avenidas) que ya nunca se han de cruzar, o que "ni me callo ni me voy" no es una frase ingeniosa del inefable Pedrito sino del segundo Presidente de los Orientales, primero de los eficientes, Brig. Don Manuel Oribe, popularizada por Herrera.

Partidos dije (se ve que me levanté generoso) cuyos dirigentes tampoco comprenden que si quieren volver a gobernar Montevideo deben crear, y pronto, un único bloque político e institucional; ya que en las municipales no hay Ballotage y con el 34% de los votos alcanza para ganarle al 66% de los giles que siguen compareciendo divididos, sin candidatos creíbles y (no o) programas bien hechos y equipos de trabajo probadamente solventes (no llenos de desocupados, acomodados frustrados o desahuciados político-empresariales de confianza).

En un marco de llamativa pobreza al respecto, yo diría que deberían ir pensando en hacerlo también a nivel nacional, porque no se ve por ningún lado de dónde van a sacar no ya dos sino siquiera un candidato que pueda atraer, no ya votantes prestados y re cautivados (suma cero) sino a los independientes de siempre y a los decepcionados por la realidad gubernamental, ideológica y política del hoy oficialismo.

Pero atenti Yéntlmen: a esa gente (algún centenar de miles de votantes que -de ver que hay alternativa cierta- puede convertirse nuevamente en fiel de la balanza) no se la seduce echándole la lengua al rival, meneando ponchos, facebooks, cucos sesentistas, consignas huecas ni campañas anti. Se la atrae recuperando la elevación de miras de la actividad política y la seriedad de una interna donde los equipos de trabajo vuelven a producir ideas y propuestas realistas y atrevidas a la vez. Una nueva CIDE liberal, progresista (y por fuera de la UDELAR) es posible. No pueden seguir, señores, con programitas de ocasión porque saben que la mayoría de sus electores no los lee y los vota igual.

En Uruguay las elecciones las empatan los partidos pero las ganan los candidatos y, con todo respeto por tan insignes personalidades (muy especialmente por los cientos de miles de votantes que las respaldaron en las elecciones) no me da la impresión que puedan ser Pedro ni el Guapo (ni ninguno de sus lanceros presuntamente renovadores, tampoco los a la vista de la UNA o el Foro) los conductores de semejante cambio. Tienen demasiado pasado como para un futuro tan exigente. Pueden aportar, todos juntos, el 90% necesario para empatar pero, como candidatos máximos, repelerán al 10% decisivo para ganar.

Cien años después de la de socialistas y liberales (inventada para ganarle una banca a los blancos, creo), se viene otra Coalición, pues. ¿La alternativa? Que el frentismo, maltrecho por su interna salvaje, vuelva a imponerse más por disciplina que por méritos propios y, fundamentalmente, por incompetencia ajena.

Tendrán que darse algunos pasos institucionales, como la fundación conjunta de la coalición, unas elecciones internas en las que las listas que preserven su identidad partidaria fundacional, tras cuyos resultados vendrá la elaboración del Programa conjunto, la designación del equipo de Campaña y no mucho más. No hay que inventar nada. Sobran modelos.

El del Frente y el chileno están a la mano. Sólo se trata de conseguir una réplica liberal de Tabaré. Un tipo capaz (de todo). Outsider, cuaren-cincuentón, si es posible académico, emprendedor y exitoso. Lo académico puede no ser, lo otro es imprescindible. No necesariamente muy simpático pero tampoco asqueroso, tampoco puede ser alguien que necesite o le guste el sueldo, ni alguien que tenga problemas para decir esto ante un público hoy, lo contrario ante otro mañana, y responder hábilmente a la escasa presión de una Prensa que -si lo huele viable- no se va a meter mucho con él, no sea cosa que gane y… vuelta a empezar a hacer méritos.

Un consejito final: no todo es copiar. No les será difícil acuñar algo mejor que el pésimo y antidemocrático modelo estatutario del Congreso frentista, su máxima autoridad.

Creo que el mayor esfuerzo no será coaligar partidos, esfuerzos y volverse uno para ganar; sino sofrenar los apetitos personales, parar las peleítas de conventillo y, sobre todo, entender que es "esto", o Popósición para rato.

Y puede ser que ustedes sí, Doctores, pero el país no se lo merece.

SAVAP

(*) El artículo estaba casi pronto, pero el autor cayó en un profundo desgano escribitivo (el cogitativo es crónico) que le llevó ochenta días superar. Al momento de escribir este comentario, sigue dudando de la conveniencia de seguir publicando ya que, en estos local e internacionalmente mamarrachescos momentos políticos, se siente fuertemente tentado a dedicarse al canto tibetano con cuencos y el bri
dge.

1 comentario:

Pablo dijo...

Ni una coma mi amigo, estupendo.