Adelanto, por si prefiere el lector leer sólo aquello que le gusta, que mi posición no es muy de recibo en los círculos autodenominados progre ya que, si tengo que optar, prefiero el modelo israelí de país y no el de sus enemigos, que lo son de la libertad, la democracia, la justicia social, la fraternidad y el ecumenismo. O sea, sin que yo lo desee, mis enemigos. Lo que no obsta para que proclame que la derecha israelí está en el segundo nivel de mi rechazo, muy cerca de los adversarios de los que se nutre para llevar adelante su brutalidad visceral; y que la situación de la población de Gaza es un insulto a la así denominada civilización.
La Humanidad arrastra desde hace demasiado tiempo algunos conflictos que no consigue resolver. Corea, Kachemira, Eritrea, Tamil Eelam y varios ominosos etcétera de los cuales Oriente Medio es la estrella y el conflicto con Israel la parte más irritante de un problema general: la despareja asunción de los diversos tramos de la Historia en los países del área; algunos de cuyos pueblos aún esperan por el Renacimiento y sueñan con que sus nietos vivan la Revolución Francesa.
Si fuéramos quiénes para -desde nuestro seguro, cómodo, elevado y calentito sillón- juzgar la actuación de Israel en esta o cualquier ocasión, deberíamos tener claro que estamos hablando de un país que debió obtener con gran esfuerzo (y no poca violencia) que se reconociera la necesidad de crear dos Estados en la antigua Palestina (cosa que sus enemigos siguen sin aceptar); a cuyo pueblo le sacaron a tiros la resaca de los festejos los ejércitos de siete países más grandes y poderosos, al invadirlo al día siguiente de declarar su independencia. Y allí está, seis décadas (o veinticinco siglos) después, con una mano abierta en bienvenida a los que llegan en paz y un arma en la otra, para los que no.
Nada de valor puede decirse sobre ningún incidente humano sin insertarlo en su contexto, y eso intentaré, lo más brevemente que pueda.
La población judía de Palestina fue creciendo a lo largo del Siglo XX como consecuencia del éxito de la prédica de Theodor Herzl, padre del movimiento sionista) que promueve el regreso a la Tierra Prometida de los judíos dispersos a la fuerza por el mundo a lo largo de milenios. Lejos, muy lejos del poderío militar y económico de hoy, los colonos primigenios eran gente sumamente pobre, hostilizada sin ambages ni límites por los ocupantes ahora musulmanes de la que había sido su tierra desde el fondo de los tiempos, en la que fueron alegremente masacrados y de la que fueron sucesivamente desalojados por distintas potencias imperiales, hasta no hace mucho. Las últimas masacres fueron Hebron y Safed (1929) y la Gran Revuelta Árabe (1936), perpetradas por los palestinos y sus amigos. (Que conste que también sé lo que fueron Sabra, Shatila, y otros episodios similares).
La Declaración de independencia de Israel coincidió con la finalización legal del Mandato Británico de Palestina, tras haberse aprobado un año antes en la Asamblea General de las Naciones Unidas el Plan de partición de Palestina en dos Estados, uno árabe y otro judío, hecho aceptado por la comunidad judía y rechazado por la árabe. Dicho mandato expiraba el 15 de mayo de 1948. Durante la tarde del 14 de mayo, fue proclamada la independencia de Israel, reconocida rápidamente por Estados Unidos, la Unión Soviética y muchos otros países. El mismo día de la retirada británica de la región, tropas libanesas, sirias, iraquíes, egipcias y trans jordanas, apoyadas por voluntarios libios, saudíes y yemeníes, comenzaron la invasión del recién proclamado Estado judío. (Fuente: Wikipedia)
En 1965 se terminó de elaborar el Plan Estratégico de Desarrollo del Estado de Israel, el cual definía la necesidad de contar con fronteras y agua seguras. En 1967 se llevó a cabo la ofensiva denominada “Guerra de los seis días”, en la cual el ejército de aquel pueblo otrora débil y desorganizado hizo una demostración militar implacable e impecable y -con escasas bajas en ambos bandos para el volumen de la operación- dejó sin poder de combate a sus enemigos y estableció por y para sí el marco de seguridad y supervivencia que la comunidad internacional jamás le brindó. A mí no me gusta que haya sido así, pero así es como se fijaron todas las fronteras a lo largo de la Historia; y me parece injusto acusar a Israel por hacer lo que todo el mundo hizo y celebra (si ganó). Máxime cuando el resultado es un país democrático y moderno en medio de un desierto que no es sólo de arena sino también ético, jurídico, humano, de producción y justa distribución. Estuve allí, sé de lo que hablo.
La denominada “franja de Gaza” es una lengua de tierra de 372 km cuadrados (algo así como la Costa de Oro pero sobre el Mediterráneo), fronteriza con Israel y Egipto. Forma parte del territorio gestionado por la Autoridad Palestina que hoy gobierna el Partido Hammas, brazo político de la aún activa banda terrorista homónima. Viven allí alrededor de un millón de personas, en condiciones difíciles de aceptar, no así el millón y medio de palestinos que viven pacíficamente en Israel, con todos sus derechos respetados y acceso a todos los bienes y servicios al igual que cualquier ciudadano. Los pueblos suelen sufrir la acción de sus extremistas y el de Gaza no es la excepción; si bien hay que decir que -teniendo opciones- los palestinos eligieron para que los gobierne y represente a la facción más violenta; la cual aún no consigue erradicar a los terroristas de su seno.
Sus principales aglomeraciones urbanas (Rafah, Gaza, Dayr al Balah y Khan Yünis) sirven cotidianamente como plataforma de lanzamiento de ataques contra objetivos israelíes siempre civiles, y reciben las represalias militares correspondientes. De allí que el gobierno israelí, en un ejercicio de legítima defensa que nadie puede objetar, haya adoptado la nada simpática medida de supervisar la llegada de bienes a Gaza erróneamente conocida como bloqueo. El error consiste en que, en un bloqueo comme il faut, nada ni nadie pasa.
Este es el escenario en el que, libre y voluntariamente, decidieron interpretar su papel nuestros hoy agraviados legionarios de la libertad y la buena voluntad.
Tengo para mí que, si alguien quiere de verdad llevar ayuda a cualquier área de conflicto, va a la ONU y avisa o le pide permiso al Gobierno, la arrima a la frontera, se la revisa el ejército, y si lleva víveres, medicinas y esas cosas, pasa. Por otra parte: llegar a Gaza (o cualquier territorio detrás de la Cortina de Burka) en nombre de la libertad nunca ha sido ni es recomendable para la vida y salud del libertario. Al parecer, hacerlo rompiendo el bloqueo de Israel es funcional a la causa y, por ende, aceptable y seguro para los "útiles" (me niego al histórico cretinos).
La excusa que escucho por todos lados de la ayuda humanitaria se cae a pedazos leyendo las declaraciones de uno los que zafaron del tiroteo: “El reconocido escritor sueco Henning Mankell, que formaba parte de la tripulación a bordo de la 'Flotilla de la Libertad', interceptada por fuerzas israelíes cuando se dirigían a la Franja de Gaza, dijo no tener remordimientos de conciencia por atraer la atención mediática del planeta a la situación que está viviendo la zona. Mankell cree que ha llegado el momento de aplicar sanciones a Israel. "Hemos intentado muchas otras cosas, pero los israelíes no quieren escuchar", señaló durante sus declaraciones al diario 'Expressen'. Nota y comentarios: http://www.elmundo.es/elmundo/2010/06/02/internacional/1275446927.html
A confesión de parte, relevo de prueba. ¿Ayuda? Minga. Lo que buscaban era romper el bloqueo y llamar la atención. Lo consiguieron muchachos. Los huesos resecos de la pobre y buena Rachel Corrie ya no daban más: ahora tienen diez muertos frescos para sacarles el jugo. ¿Humanitario? Nada: un acto político en contra de Israel cuya obviedad descalifica el lado humano del asunto.
Asumiendo, gente: romper un bloqueo militar es un acto de guerra, por cargado de buenas intenciones que uno crea venir. Qué decir de la ingenuidad (¿) de no pensar en la más que probable infiltración por parte de gente que no duda en lanzar cohetes al voleo desde escuelas y hospitales (provocando a sabiendas que la represalia mate civiles inocentes), capaces de inmolarse en estaciones o shoppings y rellenar con explosivos cadáveres de niños, pasarlos por una frontera como si estuvieran dormidos y dejarlos en un auto en una plaza para que explote más tarde y se lleve la mayor cantidad de enemigos posible.
Nada de lo que digo significa negar la situación que se vive en Gaza, de la cual -hay que recordar- no es Israel la única causante. Ahora, si un montón de gente decide venir de pesado a hacer lo que el ejército de un país soberano le dice que no puede y cuando lo aborda una fuerza completamente superior algún defenestrado empieza a las puñaladas o a los tiros, después a no quejarse: es la de Dios es Grande (Allahu Akhbah, para ser equitativos) y ya sabemos que en la guerra ganan los que matan mejor; que no necesariamente ni siempre son los buenos.
Se habla de piratería porque el acto se llevó a cabo en aguas internacionales. Nada de eso: si el destino manifiesto de una acción es vulnerar tu soberanía, tu Ejército debe proceder. Cualquier ejército.
En estos temas no se puede aplicar criterios de tiempos de paz. Los palestinos y sus aliados están en guerra con el Estado de Israel por su libre decisión, y quien se suma a un bando lo integra. Es lo que afirman los palestinos cuando atacan civiles israelíes: “un ciudadano, un soldado”. Deberían saberlo quienes se prestan a estas cosas. La lógica de la guerra implica la elección del terreno más favorable y probablemente sea esa la razón para proceder allí. Sin ser militar ni saber nada del tema, me parece que es así.
Respecto de la desproporción: no hay ningún ejército más profesional que el israelí, y ningún profesional asesina a gente desarmada: eso lo hacen los muhaidiyin (guerreros santos del Islam). Si no estás de acuerdo, pensá al menos quién asesina a mansalva con la Prensa mirando. Pueden no gustarte los judíos, pero es demasiado hasta para ellos ¿no? Los podrás creer malos pero ¿estúpidos a este extremo?
Lo que sucedió es confuso en detalles pero claro en concepto: los militares abordaron los barcos para hacerlos desistir y, desencadenada la agresión, respondieron con fuerza mortal, que es lo que hace un soldado cuando le tiran. La proporcionalidad es difícil de medir cuando vuelan balas para todos lados; y no escuché quejas de los hoy clamorosos acerca de la celebración del Sr. Presidente de la acción policial en 18 de julio llevada a cabo bajo el muy parecido lema de “en la pelotera, primero tiro, después pregunto”.
Cierro con un deseo: Paz. Salam. Shalom. Que llegue al corazón de todos los hombres, especialmente de estos pueblos, tan castigados desde siempre. Que no decaiga el ánimo de los que redactaron los acuerdos de Ginebra, la mejor base conocida para alcanzarla.
Y un consejo: Si eres pacifista, manifiesta en paz. Si no te gusta la guerra, no la hagas ni vayas donde la hay; porque -por bueno que seas y aunque vayas a llevar miel- si te metés en el avispero vas a salir picado.
Claro, pristino. No siempre estoy en desacuerdo contigo, ¿viste?
ResponderBorrarMe alegra el corazón la coincidencia, (un poquito más, confieso) que la disidencia afectuosa y honorable que sabemos mantener cuando se da.
ResponderBorrarUn abrazo, y gracias por leer siempre.
Hola Eldo !!!
ResponderBorrarParece que" distes en el clavo " como deciamos hace ya largo tiempo por los Barrios Sur Y Palermo, reconforta que alguien que sabe escribir y no le tiene miedo a la verdad (auque"nada es verdad ni es mentira,todo según el cristal con que se mira"Ja1Ja!)
Un fuerte abrazo desde el japón.
Gady
Gady querido, gracias por leer y comentar.
ResponderBorrarLejos estoy de pensar que digo la verdad sino, apenas, lo que siento y pienso; sin considerar las posibles consecuencias o tratar de caer bien. Aprendí del "Contador" que "nadie es moneda de oro pa' que to'l mundo lo quiera", y de Mark Twain que cuando la mayoría está de acuerdo contigo, es hora de empezar a pensar. Es un poco ácido, pero bastante verdad.
Un abrazo